Bratislava
La UE titubea en política migratoria
Francia ha escenificado el largo desencuentro entre la comunidad gitana y las sociedades europeas de acogida.
Son la principal minoría de Europa, pero también una minoría invisible si se atiende al interés que despierta en la clase política. Entre 10 y 12 millones de gitanos viven en la Unión Europea (UE), un colectivo que en su gran mayoría, hasta un 80 por ciento, son sedentarios en Bulgaria, Hungría, Rumanía y Eslovaquia, inquietos también para trasladarse en miles al extranjero gracias a la oportunidad que trajo a estos países la Europa sin fronteras tras la ampliación.
Sin embargo, los viejos socios de la Unión no saben cómo responder a este desafío, siendo las expulsiones de Francia la última cadena de un largo desencuentro entre esta comunidad y las sociedades a las que llegan.
Suecia, Dinamarca, Italia y Alemania también han expulsado a inmigrantes gitanos, y un informe del pasado año de la Agencia de Derechos Fundamentales indicó que la mitad de los ciudadanos de esta etnia entrevistados se había sentido discriminado y un 20% había sido objeto de violencia.
El asesinato la pasada semana de seis gitanos en Bratislava (Eslovaquia) es el último caso que ha llegado a las armas, y que también ha terminado en choques en Italia o Hungría.
Aunque la Comisión Europea lleva tiempo intentando poner en práctica una estrategia paneuropea para los gitanos, se encuentra con unos Estados miembros reticentes, y ella misma titubea a la hora de sancionarlos cuando violan la Carta de Derechos Fundamentales, como los eurodiputados y sus propios informes indican ahora con el caso de París.
Tras la reunión del pasado viernes con las autoridades francesas, fuentes del equipo de la comisaria de Justicia, Viviane Reding, reconocen que Bruselas continúa cuestionando la legalidad de las expulsiones de los gitanos en Francia, sobre todo respecto las garantías incluidas en la Directiva de Libertad de Movimiento, que hoy volverá a aflorar en el debate con los eurodiputados en Estrasburgo.
A Francia se le acusa además de despreocuparse de la integración de los gitanos, así lleva un año para responder a Bruselas sobre las medidas que toma para acomodarlos en la sociedad.
Pero el discurso antiromaní no es único de la Europa occidental, ya que la discriminación llega primero de los países del Este de los que partieron. Algunos, como el húngaro Gabor Staudt, del partido xenófobo Jobbik, pide encerrarlos en campos de concentración. Los funcionarios comunitarios lamentan continuamente lo poco que se ha hecho con los recursos que se tienen.
Elogio a España
Sólo cinco Estados miembros han utilizado 176 millones de euros, de los casi 9.500 millones que se podrían utilizar para la integración de los gitanos. De hecho, 47 de dichos millones están a cargo de iniciativas españolas, país que se lleva los elogios por ser el más activo.
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