Sevilla
Al revés
Mientras en la navarra Alsasua, en la falda del puerto de Echegárate, los de Bildu vejaban al Rey, a la Bandera, a la Guardia Civil, a la Legión y al Cristo de Mena –lo que correrían los de Bildu si vieran a dos legionarios entrar en el pueblo–, la ministra Carmen Chacón, que da una de cal y otra de arena, respondía con moderada firmeza al alcalde bilduetarra de San Sebastián, que le había pedido por escrito la retirada y desmantelamiento de los acuartelamientos militares donostiarras, Loyola y «Lore-Toki».
La ministra le ha recordado al mustélido que las Fuerzas Armadas están para servir a todos los españoles, vascos incluidos, y que debe recordar a los pescadores guipuzcoanos y vizcaínos que hoy viven con sus familias gracias a los marinos de la Armada, que los rescataron de los piratas somalíes. Y ha terminado la ministra informando a Izaguirre de que no abandonará San Sebastián ni un sólo efectivo de nuestro Ejército.
La ministra ha respondido bien y con acierto, pero podía haberse ahorrado la misiva. Hay cartas que no se responden, ni se archivan ni se terminan de leer. Se hace con ellas una bolita y se introducen en una papelera. Una respuesta adecuada hubiera sido la de contenido contrario. Es decir, comunicar al logomorfo que no sólo no se iba a retirar un solo efectivo militar de San Sebastián, sino que aprovechando las formidables instalaciones que el Ejército allí tiene, se estaba estudiando la posibilidad de incrementarlos. Esta gente de Bildu, como sus compañeros de Alsasua, ante la presencia de un batallón desarmado de la Legión, son carne de fuga por las cloacas. Nunca he entendido la medida y prudencia que los diferentes ministros de Defensa, centristas, socialistas y populares, han tenido con la presencia de nuestras Fuerzas Armadas en las Vascongadas. San Sebastián es como Sevilla, Bilbao como Cádiz y Pasajes como Cartagena.
Igual de españolas. A nadie hay que darle explicaciones si se decide incrementar la presencia de nuestras Fuerzas Armadas –sus Fuerzas Armadas–, en los territorios vascos. Si se envían los caballos purasangre de «Lore-Toki» a la montañesa Ibio, en aquel extenso establecimiento cabe a la perfección una brigada de Caballería acorazada. Y en Loyola, se puede sacar más juego del espacio disponible. Si al alcalde bilduetarra de San Sebastián le molesta la presencia de nuestros soldados en la capital guipuzcoana, se le envía una cajita con sobrecitos de tila. Y cuando se le terminen, otro.
Los contribuyentes estamos hasta el gorro de pagar con nuestro dinero los dispendios y subvenciones de este Gobierno, pero a los sobres de tila, me apunto de inmediato.
Dando por hecho que la independencia de Vasconia y de Cataluña son empresas románticas, utópicas e imposibles, el ministerio de Defensa debe actuar con la misma naturalidad y normalidad que lo hace en el resto de España. El clima de San Sebastián es más saludable que el de Ronda para adiestrar e instruir a los nuevos legionarios. Una temperatura siempre agradable ayuda al esfuerzo de la instrucción. Y nada más sugerente para un legionario que un buen chapuzón en Ondarreta después de cumplir con su deber.
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