Chelete Monereo invita a una reflexión sobre la ciencia y la creación en el Almudí

MURCIA- «Los trípticos cerrados son el secreto, abrir uno de ellos es entrar en el proceso meditativo propuesto. Cerrarlo es asumir la transmisión». Así explica Chelete Monereo su colección «Poema numérico», un conjunto de diez trípticos acompañados de una decena de poemas, que se pueden ver en el centro de arte Palacio Almudí hasta el próximo 10 de marzo. Trípticos que se completan con cinco cuadros denominados «Etapas» y que representan la infancia, la juventud, la madurez y la vejez.

Espiritual y reflexiva, Monereo recuerda que su nueva obra comienza con el Big Bang, continúa con la evolución y llega a la lucha y a la creación de una institución. Los trípticos también recogen su análisis sobre temas como el origen del misterio, «la unicidad, lo positivo y lo negativo, lo blanco y lo negro, el lado malo y bueno de cada ser humano, la energía, la naturaleza, la belleza, la sabiduría y la vida», afirma.

Ampliando la investigación que la artista llevó a cabo en anteriores exposiciones sobre el mundo femenino y sus diferentes lenguajes, «Poema numérico» integra al espectador dentro del contenido de la obra. Cada uno de los trípticos presentan su técnica propia, desde acuarela, acrílico, óleo o barniz, collage, impresión industrial y composición fotográfica digital. Técnica que, combinada con pintura, telas, flores disecadas (y posteriormente pintadas), espejos, pan de oro e hilo de plata, destaca por su riqueza excepcional.

La exposición propone todo un juego visual con el que la artista traslada al espectador, desde el mundo visible y real, a un universo imaginado, soñado y sentido por ella durante todo el proceso de creación. Proceso en el que confiesa que «me aislo bastante y no siempre llega la inspiración, a veces hay que esperar durante días».
Pero, ¿qué podemos ver en este universo mágico y creativo llamado «Poema numérico»? En el primer cuadro observamos la gran explosión, el comienzo de la vida, el inicio de todo. Un origen que da paso, en la segunda obra, a la energía bipolar de la existencia, a la coexistencia de lo positivo y lo negativo que dan el equilibrio del mundo. Llegamos al tercero, un hermoso cuadro en el que convive el plano del espíritu, con el de la energía sutil y el de la materia densa. En el cuarto tríptico se plasma una tabla periódica de los elementos. La quinta obra de esta serie de diez representa la vida. En el cuadro se observa el cuerpo de una mujer encima de un lecho mullido y protector dentro del pentágono vital. Su cuerpo está dibujado a tres escalas: la ideal, la real y la futura o semilla. Este cuadro compromete al visitante con la belleza de la sexta creación de Monereo. Cuando el espectador abre las puertas del tríptico observa que en su interior aloja una hermosa flora de colores y formas. La pieza central es una rosa de agua que convive con diversas flores que, tras ser disecadas, fueron pintadas delicadamente por la artista.

En el séptimo tríptico seis jóvenes que dialogan formando un corro simbolizan la sabiduría. Un conocimiento que acaba en confrontación (octavo cuadro), un contraste de valores que se observa en un grupo de hombres que luchan. Aquí el espectador encuentra una llamada a la conciencia humana. «Más que evitar los conflictos, hay que intentar resolverlos». Esta afirmación da paso a la institución, penúltimo cuadro de la serie, que termina con una infinidad de números (tríptico décimo), pintados y escritos haciendo referencia a la ciencia. En definitiva, toda una invitación de la artista al espectador para que se adentre en la complejidad de la creación y del ser humano.