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En un Café de La Unión

La Razón
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Se habla, en España en general y también en La Unión, de recuperar la minería. No es la primera vez que las minas decaen y vuelven a florecer, al menos desde los romanos. Los tiempos cambian, pero no es del todo descartable que esta población de la sierra minera que un día fue conocida como «La Nueva California» vuelva a encontrar algún futuro en sus desvencijadas montañas. El otro día, en el pregón inaugural de esta edición del famoso Festival Internacional del Cante de las Minas, el presidente de la Comunidad, Ramón Luis Valcárcel, en su sentida y emotiva intervención, evocó el pasado minero de la ciudad y encontró en sus oquedades trágicas el origen de estos cantes, que estos días se reactualizan en los jóvenes artistas que buscan un futuro en el flamenco triunfando en el certamen. De momento, la política municipal unionense, que tiene en su alcalde, Paco Bernabé, a un decidido hacedor, ha reabierto una mina que puede ser visitada en memoria del sufrimiento de tantos hombres que trabajaron y hasta murieron en ella. Forma parte del impulso al Festival y al turismo cultural, que se completa con otros espacios ligados al flamenco a través de la creada Fundación. Las galas fueron abiertas por el Ballet Nacional de España, que dirige José Antonio, el último gran maestro de la danza clásica española tras la desaparición de quienes fueron sus maestros directos o al menos sus guías, desde la Argentinita a Pilar López, Antonio Ruiz o Antonio Gades. El «Café de Chinitas», obra maestra del propio José Antonio y de Chano Domínguez, fue también un homenaje a esos maestros y, por supuesto, a García Lorca y Dalí. Y una frustrada promesa de felicidad tiñe su argumento por la intolerancia de otras épocas, siempre dispuesta a reaparecer. La alegría en aquel tiempo, en aquel viejo Café de Chinitas, no pudo ser. Será, entonces, en un café de La Unión.