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Vivan los chinos

La Razón
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Los Reyes Magos han llegado este año de Oriente de verdad, del Oriente de la China, con la cara amarilla y los ojos rasgados, con la corbata roja y repartiendo presentes por doquier. Li Keqiang, viceprimer ministro de la emergente hiper-potencia, ha sido recibido en La Moncloa con más alharacas que Einsenhower por Franco. No es para menos. Los chinos nos pueden comprar si quieren toda la deuda y despejar de un plumazo la incertidumbre mundial sobre la economía española. Aunque pasaríamos a depender de ellos en el futuro. Ya me imagino una España con el triple de hiper chinos por las calles, el quíntuple de restaurantes chinos, mercadillos chinos por pueblos y aldeas, médicos, curanderos y masajistas chinas para aburrir, y hasta estudiaremos mandarín en las escuelas de las autonomías. Li Keqiang se ha comportado en su visita como un auténtico rey mago chino, prometiendo a Zapatero «complal-le-toda-la deuda»; al Rey, «ayuda bilatelal»; a los empresarios, «melkados balatos en nuestlo país»; a Repsol, «kedalnos con su filial blasileña», a Sebastián, «enelgía pa-la que no suba más la luz», y a todo el mundo lo que le han pedido. El gigante amarillo tiene más dólares que Obama, está acumulando a lo bestia tierras y regiones enteras en África y América, y ahora ha puesto la vista en los países de Europa azotados por la crisis. El primero, España. Tenemos buen clima y excelentes empresas para copiar de ellas sus productos y ponerlos después a la venta por el mundo. Ya han logrado un sucedáneo del Cola-Cao que hace estragos en Pekín y se proponen lo mismo con el jamón ibérico y el vino. A la hora de copiar, a los chinos no les gana nadie, aunque el resultado no sea siempre el mejor de los posibles. Pero ya tenemos chanquetes chinos y pronto veremos cómo hacen gazpacho, paellas, cocido y tapas chinas.
Es verdad, empiezan a ser los nuevos reyes del mundo. Nadie puede competir con ellos porque trabajan el doble que los demás por la mitad del salario, producen de todo y casi nunca hacen preguntas: sólo les interesa vender, comprar, hacer caja, sumar y prosperar. Dice un amigo que son los nuevos bárbaros llamados a conquistar la civilización occidental por la vía del comercio. No conocen la crisis y siguen creciendo más que nadie. Tienen la mala costumbre de escupir por las calles y de gritar demasiado, pero con la ventaja de que no se mueren. He preguntado mil veces y nunca nadie ha visto el entierro de un chino en España. Ni lo veremos. Pero sí que veremos sus dólares para comprarnos la deuda y lo que haga falta. No son demócratas ni creen en el matrimonio gay ni en la igualdad, y ejecutan cada año a miles de disidentes, pero a Zapatero eso ya casi le da lo mismo. Con tal de salvarse de la debacle se entrega en cuerpo y alma al poder amarillo. A partir de ahora no oiremos más que elogios y buenas palabras del amigo mandarín. ¡Que vivan los chinos!