Grecia
OPINIÓN: Profecía
En las últimas semanas se han disparado las alarmas sobre un posible impago de la deuda en Portugal y España tras la intervención en Grecia e Irlanda, lo que podría llevar a la temida «profecía auto cumplida»: el mercado castiga a la deuda pública de un país, con lo que le cuesta más caro financiarse y deteriora sus cuentas públicas de forma adicional, llevando a una mayor desconfianza en la sostenibilidad del país. Es la «pescadilla que se muerde la cola» y la única manera de romper este ciclo es crear confianza para que la deuda ya emitida deje de subir en rentabilidad y los países puedan seguir su plan de emisiones sin pagar por ello un coste extra. La UEM y el FMI crearon un fondo de rescate en junio para que Grecia no necesitase seguir emitiendo papel a coste elevado. Se quiso transmitir que si un país tiene problemas, la UEM y el FMI le ayudarán, el mismo mensaje que se ha tratado de dar en el caso de Irlanda, evitando que tenga que seguir emitiendo hasta que sanee sus cuentas. El problema es que el mercado quiere más que ver cómo las instituciones lanzan salvavidas a los marineros que caen al mar y pretende que el capitán incremente el número de cinturones de seguridad del barco. Es decir, que se establezca un sistema respaldado por la UEM para que no se vuelvan a dar casos de elevados niveles de déficit presupuestarios y ratios de deuda sobre PIB. El problema es que lleva tiempo y habría que implementar medidas de más corto plazo para «serenar las aguas». El BCE debe volver a la palestra.
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