Crisis económica
El problema no es Gallardón
Ahora parece como si Gallardón fuese el culpable de la situación económica de España. La contrapropaganda socialista insiste en presentar al alcalde de Madrid como un derrochador. Hombre, es verdad que Gallardón ha sido demasiado alegre en el gasto, y eso ahora se ve con la crisis. Pero es falso lo del derroche, porque sus inversiones las han comprobado los ciudadanos en obras emblemáticas necesarias como el soterramiento de la M30 o el proyecto Madrid-río. Gallardón hizo con dinero público el mejor metro de Europa y sus actuales obras están cambiando completamente la fisonomía de la capital, convertida en una ciudad espectacular.
El problema es que en España hemos estado confundidos durante años. Aquí se han primado las políticas de gasto sin plantearse quién pagará en el futuro. Lo ha hecho Madrid, pero también el resto de las grandes capitales y por supuesto las autonomías. Ha habido una carrera por ver quién gastaba más en menos tiempo, y así hemos llegado a la situación actual. La deuda es gigantesca y hay que pagarla, o en su defecto refinanciarla. Con la circunstancia de que como nuestra credibilidad como país está por los suelos, nadie quiere ahora prestarnos el dinero necesario para seguir funcionando.
No es en el fondo una situación tan diferente a la de Irlanda, donde recogen los frutos de una burbuja inmobiliaria. Los bancos dieron alegremente créditos a los constructores y estos no los pueden devolver. Hay morosidad y el Estado tuvo que salir en auxilio de la banca para garantizar los depósitos de los ciudadanos. El problema es que la mitad de la banca irlandesa está quebrada o ha sido nacionalizada, con lo que los activos tóxicos se han trasladado al Estado. Una situación, como se ve, no tan diferente a países como España, que tuvieron su burbuja inmobiliaria y hoy una cajas contaminadas por esa deuda circulante.
De manera que es cierto que Irlanda no es España, pero también que aquí no estamos del todo a salvo, sobre todo si continuamos con estas políticas económicas. La solución a corto puede estar en que venga la UE a socorrernos cuando el peso de la deuda sea tal que nos empiece a ahogar. Pero no es solución real ni por supuesto definitiva. La salida no puede ser otra que la modificación del escenario. Un cambio global de políticas y personas. Los movimientos cosméticos como la última remodelación del gobierno carecen de recorrido. Se agotan en sí mismos, y sólo sirven para descubrirnos que Rubalcaba ya formaba parte de los ruinosos gobiernos de González, y que fue además el cerebro de la famosa Logse, la peor ley de educación de nuestra era moderna.
Ciertamente Gallardón gastó demasiado aunque lo hiciera bien. Pero el problema de España no es Gallardón. Al alcalde de Madrid lo quieren ahogar cara a las elecciones, impidiéndole a él lo que permiten a otros ayuntamientos o autonomías.
El problema de España es que sus actuales gestores económicos y políticos son incapaces de gestionar la salida de la crisis.
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