Sevilla de boda

Este es el nombre de una de las muestras que se realizan en Fibes. De sobra es conocido que este capítulo tan importante en las vidas de las personas mueve muchos millones de euros. Cuando España se puso al día, muchas parejas empezaron a vivir de este modo, pero sin boda de por medio. En el sector al que nos referíamos se alarmaron, pero pronto vino la alegría, porque si bien hay un alto número de personas que viven emparejados sin que haya boda de por medio, otros contraen varias veces en su vida matrimonio, que generalmente celebran. Todo esto viene a cuento sobre una boda suspendida en Sevilla. Me refiero a la de Rafael Medina y Laura Vecino. Escribí hace tiempo mi sorpresa por el rechazo producido en ciertos sectores sevillanos, dada la pretensión de casarse en la Catedral. Le asistía un viejo privilegio, parece que desde el Arzobispado, sin dar un no por respuesta, tampoco dieron muchas facilidades. Sabido es que la Iglesia es madre y además maestra. En esto último, da clases magistrales en lo de ni contigo ni sin ti, tienen mis bodas remedio. Se anunció que el enlace se pasaba a la iglesia del Salvador, ahora parece que definitivamente la boda se traslada a Toledo, donde la casa de Medinaceli tiene el palacio de Tavera. Algunos, cuando he dado esta primicia en «Espejo público» de A3, han pensado mal, que en estos territorios suele ser la verdad. Consideran que el cambio de decorado se debe a tratar de potenciar una exclusiva en «¡Hola!». Todos dan por hecho que en cualquier caso, dada la amistad y además la colaboración que Nati Abascal tiene con la familia Sánchez Junco, propietaria de la citada revista, siempre tendrían una exclusividad sobre una parte de la ceremonia. Si efectivamente «¡Hola!» va a tener la exclusiva de todo, es cuestión de esperar a octubre. Siento que Rafael Medina no se case en Sevilla como era su deseo. Creo que un acontecimiento de este tipo es una buena publicidad para cualquier ciudad donde el turismo sea una de sus bases económicas.