Costa de Marfil
DSK y el PIB de Togo
No es el dinero; es el poder el afrodisiaco más eficaz: garantiza la ingravidez del hombre según su entorno. Se siente esa ingravidez por grados: primero como mandi de la pandilla en los billares y luego, como amo del pueblo. Se habrá de alcanzar el éxtasis, digo yo, como rey de las finanzas. En este grado sumo, el poder ofrece el placebo de la invulnerabilidad a nuestros césares político-financieros. Dominique Strauss-Kahn, enhiesto, ha atropellado a una camarera en una suite de un hotel de lujerío de Manhattan. La Policía lo ha detenido como violador en ciernes, pero el negativo de la fotografía trae al déspota de la «gauche caviar». El que, enganchado a la dolce vita, decide sobre los millones de rescates y de vidas ajenas. Y luego será o no será un violador. Esta figura plural de los amos es inmune ante el poder del pueblo. Han atrapado a uno, pero por creer demasiado en la ingravidez del poder, no porque le resultara repugnante pagar 2.200 euros la noche. 2.200 euros será el PIB de Burkina Faso, Togo y Costa de Marfil juntos. Cuenta Zweig que Casanova se chocó con su crepúsculo cuando, ya maduro, intentó pagar a una prostituta y ésta le rechazó por su estética de carcamal veneciano. A DSK su suficiencia le hizo olvidarse del comercio; ahora, sin poder, ya no hay dinero que lo rescate.
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