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«Praying for Japan»

La seguridad absoluta no existe. Lo que está sufriendo Japón es una desgracia que los fundamentalistas van a aprovechar para cerrar centrales nucleares y vender el fin del mundo.

REZOS VIRTUALES POR FUKUSHIMA En internet, las redes sociales repiten el lema «praying for Japan», mientras en el mundo real, los antinucleares imponen su opinión.
REZOS VIRTUALES POR FUKUSHIMA En internet, las redes sociales repiten el lema «praying for Japan», mientras en el mundo real, los antinucleares imponen su opinión.larazon

En mar o tierra izar la bandera del revés significa demanda de auxilio; las pulsaciones SOS, inauguradas por el «Titanic», han caído en desuso y es Mayday-Mayday la señal de socorro aeronaval. Hoy las redes sociales del mundo repiten «Praying for Japan», como un mantra planetario que pide oraciones por Japón, único país en la historia nuclearizado, y dos veces.

La generación de 1945 ni ha desaparecido ni está en el geriátrico y recuerda las pesadillas de Hiroshima y Nagasaki y el doble lavado de cerebros de la Guerra Fría. Los relatos del padre Arrupe, que sería Papa Negro de los jesuitas y que se encontraba en Hiroshima, eran espeluznantes, y guardábamos la fotografía de un japonés caminando que al desintegrarse había dejado su negativo en una tapia. Es una generación que ha sufrido mucha enuresis en la cama.

¿Accidente o siniestro? Las centrales de Fukushima funcionaban a satisfacción con elevadas medidas de seguridad. No hubo fallo humano o técnico. Resistieron al terremoto y sucumbieron al maremoto: un siniestro. También les podía haber caído encima un aerolito. El ciento por ciento de seguridad o certeza es una abstracción que no existe en la ciencia ni en la naturaleza. Y nuclearmente el riesgo cero tiende al infinito y es inalcanzable para el cerebro humano.

En 1986, Chernóbil era producto del oscurantismo comunista y la chapuza soviética; se encadenaron errores humanos con deficiencias técnicas, y la planta carecía de cúpula hermética, un condón antirradioactivo. Siete años antes el accidente, de la Unidad 1 de Three Mile Island, en Pensilvania (EE UU), fue fruto de cinco errores humanos consecutivos, que en las centrales nucleares se engarzan unos a otros como con velcro. Y no ha habido más hasta la violencia del Pacífico Norte.

Sismólogos y geólogos tienen predicho que más antes que después se terminará de abrir la falla de San Andrés, California se separará del Continente y el terremoto de San Francisco de 1906 será un inocente diorama. Pero el suroeste estadounidense no se muda. A la postre la vida es peligrosa y al final siempre mata.

La energía fósil es extinguible, y la alternativa, cara y poco desarrollada. Los científicos ecologistas nos estaban convenciendo de que podía extenderse el funcionamiento de las centrales hasta los 80 años, tras las modificaciones pertinentes.

El poder verde
Pero el ecologismo fundamentalista se ha subido a la chepa del maremoto y ha ganado la batalla. Angela Merkel, que no ha movido un dedo por los libios, ha corrido a cerrar las nucleares viejas y a parar las proyectadas porque mantiene un idilio de amor-odio con los verdes. Moratoria en China. «Stress test» para todas en Europa y América.

Fukushima aun no ha matado a nadie, aunque escribimos sobre el agua, pero, en el más benevolente de los casos, el poder verde será implacable en las urnas y se organizará para una revolución mundial. No olvidemos la capacidad para la intransigencia de los biempensantes del medio ambiente que conjugan el buenísimo con lo políticamente correcto.

Para nosotros la moratoria nuclear de Felipe González se convertirá en parón, haya o no alternancia del Gobierno. El programa nuclear del PP ya lo están reescribiendo. El 20 por ciento de la energía que consumimos es cara, y es francesa, y los galos nos cobran por guardar nuestros residuos.

El cuestionamiento nuclear disparará el precio del petróleo, y haremos un Bautista a Miguel Sebastián, del que tanta chanza hicimos, circularemos en primera, nos ducharemos con agua fría, y compraremos las tóxicas bombillas chinas de mercurio. El ordenador a pedales está al caer. Incluso por las universidades circula gente con títulos en arqueología, lenguas muertas y análisis prospectivos que han hecho proyecciones matemáticas del I Ching encontrándose con el final del calendario maya, y fechando el fin del mundo para el 23 de diciembre de 2012.

No merece la pena ni descabalgar a Zapatero. Milenarismo. Gusto por el Apocalipsis del águila de Patmos. El eje de la Tierra se ha inclinado 10 grados y Japón se ha acercado cinco centímetros a China. En Hollywood, que pronto también desaparecerá tragado por la tierra, ya están rodando la película.