Crisis económica
Aznar: «Políticas sostenibles son las capaces de propiciar crecimiento empleo y oportunidades»
El expresidente del Gobierno y presidente de la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales FAES, José María Aznar, ha asegurado hoy que son las políticas "sostenibles y responsables"las que serán "capaces de propiciar una senda de crecimiento, empleo y oportunidad"en España.
Durante su intervención en la primera jornada del ‘I Foro Global de Sostenibilidad', el presidente de FAES ha afirmado que "políticas sostenibles y responsables con el presente y el futuro son aquellas capaces de propiciar una senda de crecimiento económico, empleo y oportunidades para todos". Aznar ha precisado que dichas políticas deben ser capaces también de "aunar equilibradamente crecimiento económico y sensibilidad por el medio ambiente", ya que, a su juicio, "sólo teniendo presente en todo momento la sostenibilidad económica podrá España tener éxito en el cumplimiento de sus compromisos internacionales".
En palabras de Aznar, "si nuestra sociedad quiere recuperar un rumbo seguro y sostenible, debemos asumir sin demora un programa de reformas que hagan realidad el futuro de empleo y prosperidad". "De ahí la importancia de implementar medidas que tengan como objetivo conseguir la consolidación fiscal y la recuperación del crecimiento y el empleo para reforzar la solvencia del país", ha apuntado.
Para Aznar, "entre las razones que explican la insostenibilidad de la actual situación de paro y estancamiento en España, se encuentra el recurso irresponsable en el pasado reciente al endeudamiento público, que se realiza con cargo a nuestro futuro". El expresidente del Gobierno ha sostenido que "si la situación en la que nos encontramos hoy es tan grave es porque una política insostenible nos hizo olvidar quién asumiría nuestras deudas en caso de que no pudiéramos satisfacer los compromisos. En suma, la crisis que vivimos es el reflejo de que ese futuro, por el que muchos no se preocuparon, ya ha llegado".
En este sentido, Aznar ha censurado que "el hábito de gastar sin medida y sin preocuparse por cómo se pagarán ni qué beneficio social dejarán esos gastos refleja una despreocupación lamentable". "Ese hábito nos ha llevado a consolidar como derechos adquiridos lo que se prometió pagar con ingresos coyunturales que han desaparecido para no volver. Y en este sentido, no hay duda de que la crisis fiscal es, en esencia, una crisis moral", ha asegurado.
El presidente de FAES se ha referido a la sostenibilidad como "la responsabilidad de dejar para el futuro una economía más próspera y con oportunidades". Una cuestión que, además, "debe ser entendida y practicada como un concepto global que incorpore los aspectos económicos, sociales, políticos y medioambientales", ha manifestado.
Aznar ha recordado que fue su Gobierno "el primero en la historia de España en crear un Ministerio de Medio Ambiente y que ello fuera acompañado del período más intenso de creación de empleo". "Mi convicción acerca de la importancia de la conservación y mejora del medio ambiente es profunda. Y mientras tuve el honor de presidir el Gobierno de España me afané por demostrar por la vía de los hechos que crecimiento económico y mejora del medio ambiente, lejos de ser objetivos contrapuestos, se refuerzan mutua y positivamente", ha afirmado Aznar. Entre los logros de aquella etapa, ha citado la adhesión de España al protocolo de Kioto, la decisión de prolongar la vida útil de las centrales nucleares y el sentar las bases del desarrollo de las energías renovables.
A continuación, se reproduce íntegramente la intervención de Aznar en el ‘I Foro Global de Sostenibilidad':
"En estos tiempos no resulta muy común encontrar foros en los que el tema principal de discusión sea la responsabilidad con los demás. Quizás ello sea debido al atractivo mucho más inmediato y tentador de centrarse en los propios derechos.
Hablar de sostenibilidad es hablar de responsabilidad. Y no de una responsabilidad cualquiera, sino de la responsabilidad que se adquiere precisamente con aquellos que no pueden reclamar sus derechos.
Sostenibilidad es la responsabilidad con todos aquellos que, por no haber nacido, no tienen voz para defenderse del peso de las deudas que una política irresponsable ha echado sobre sus hombros.
Sostenibilidad es la responsabilidad de dejar para el futuro una economía más próspera y con oportunidades.
Sostenibilidad es también, cómo no, la responsabilidad con el medio ambiente que legaremos a los que nos sigan.
Siempre he entendido la responsabilidad como inseparable de la libertad y aquello que la hace verdadera y no simple libertinaje. Y, por tanto, al igual que se empobrece el valor de la libertad cuando se parcela en compartimentos estancos, lo mismo ocurre con esa responsabilidad tan especial que es la sostenibilidad. La sostenibilidad debe ser también entendida y practicada como un concepto global que incorpore, entre otros, los aspectos económicos, sociales, políticos y medioambientales.
En mi opinión, son enfoques reduccionistas, limitados y falsos aquellos que pretenden circunscribir el concepto de sostenibilidad a una sola dimensión, como la ambiental –o cualquier otra-, ignorando el resto de facetas. De ahí el valor de foros como este que ponen el foco sobre el concepto de sostenibilidad de una manera integral.
Una política sostenible es una política sensata y responsable. Sensata, porque se desarrolla con arreglo a la prudencia. Y responsable, porque pondera las consecuencias de sus acciones y es coherente con su circunstancia.
No podemos comprender la sociedad y su horizonte si solamente atendemos el punto de vista del presente. Es necesario que recuperemos para la política una visión de la sociedad que incluya la preocupación por el futuro. Que incluya la preocupación por las generaciones venideras.
Porque la sociedad no es un contrato atemporal entre extraños. La sociedad es también una relación intergeneracional que crea lazos de obligación y responsabilidad que trasciende los intereses del presente.
Cada generación llega a ser lo que es en virtud de lo que ha heredado de las anteriores. Y llega a ser lo que es también en virtud de lo que deja como legado. Cuando una sociedad olvida este sentido de responsabilidad histórica para con los que le sucederán, se debilitan sus vínculos con el futuro y se ponen los cimientos para una política insostenible a largo plazo.
Dependerá finalmente de nuestra capacidad y convicción como nación para hacer política de manera sensata y responsable que nosotros y nuestros descendientes tengamos una sociedad que merezca la pena.
Ejemplo de políticas sostenibles y responsables con el presente y el futuro de nuestra sociedad son aquellas capaces de propiciar una senda de crecimiento económico, empleo y oportunidades para todos.
Entre las razones que explican la insostenibilidad de la actual situación de paro y estancamiento en España, se encuentra el recurso irresponsable en el pasado reciente al endeudamiento público. Un endeudamiento que se realiza con cargo a nuestro futuro.
Pero entendamos bien este punto. Endeudarse es todo aquello que posibilita poder disfrutar de un bien en el presente y trasladar la obligación de hacer frente a ella al futuro. Como tal, utilizado con prudencia, puede ser un instrumento para financiar inversiones que den sus frutos más adelante.
Sin embargo, cuando el endeudamiento se realiza sin ponderar sus consecuencias a largo plazo se llega a escenarios que amenazan la sostenibilidad de las cuentas públicas de los países. Y si esto no se resuelve se terminan socavando las bases del marco político de convivencia y la propia convivencia pacífica en sociedad.
Si la situación en la que nos encontramos hoy en España es tan grave es porque en algún momento nos olvidamos -o una política insostenible nos hizo olvidar- quién asumiría nuestras deudas en caso de que no pudiéramos satisfacer los compromisos. En suma, la crisis que vivimos es el reflejo de que ese futuro, por el que muchos no se preocuparon, ya ha llegado. Y las deudas siempre se pasan al cobro en el peor momento. Espero que, como sociedad, no olvidemos esta lección por mucho tiempo.
Si nuestra sociedad quiere recuperar un rumbo seguro y sostenible, debemos asumir sin demora un programa de reformas que hagan realidad el futuro de empleo y prosperidad que ofrecimos como garantía para honrar los compromisos adquiridos.
Compromisos con nuestros socios europeos, con quienes nos financiaron pero, sobre todo, compromiso con nosotros mismos y nuestro futuro. Debemos pensar, reflexionar y aprender de la experiencia para que las consecuencias de nuestras decisiones no perjudiquen a las próximas generaciones.
De ahí la importancia de implementar medidas que tengan como objetivo conseguir la consolidación fiscal y la recuperación del crecimiento y el empleo para reforzar la solvencia del país.Estoy convencido de que el servicio público implica hoy, más que nunca, asumir con firmeza y convicción la gran tarea reformista que toca en nuestro tiempo.
La gran nación cultural europea también es una asociación entre quienes nos han precedido, que nos ofrecen su experiencia, a veces amarga, y su sabiduría; nosotros mismos, que podemos aprovecharnos de ella; y, finalmente, quienes nos sucederán, que deben recibir lo que sepamos transmitirles.
La ruptura de esta relación intergeneracional está en el origen de la quiebra del proyecto europeo. La pérdida del sentido nacional de la política, como continuidad entre generaciones y como ejercicio de cohesión social, conduce al desprecio de lo que de valioso se nos ha legado. Y lleva también a la despreocupación por lo que se va a dejar a los que están por venir.
No es casualidad que entre nosotros, en Europa, la expresión económica y presupuestaria del eclipse de nuestras raíces culturales sean el déficit excesivo, la deuda insostenible y, por tanto, el debilitamiento de nuestro modelo de bienestar. El hábito de gastar sin medida y sin preocuparse por cómo se pagarán ni qué beneficio social dejarán esos gastos refleja una despreocupación lamentable.
Ese hábito nos ha llevado a consolidar como derechos adquiridos lo que se prometió pagar con ingresos coyunturales que han desaparecido para no volver. Y en este sentido, no hay duda de que la crisis fiscal es, en esencia, una crisis moral.
Como les decía, una política sostenible y responsable con el presente y el futuro de nuestra sociedad es también aquella capaz de aunar equilibradamente crecimiento económico y sensibilidad por el medio ambiente y establecer una relación de refuerzo mutuo entre ambas.
Nos importa el mundo en el que habitamos. Y nos preocupamos por conservarlo para nosotros. Pero también nos preocupamos por conservarlo para legarlo a quienes nos sucederán. Ese es un horizonte de responsabilidad que no debemos olvidar.
Mi convicción acerca de la importancia de la conservación y mejora del medio ambiente es profunda. Y mientras tuve el honor de presidir el Gobierno de España me afané por demostrar por la vía de los hechos que crecimiento económico y mejora del medio ambiente, lejos de ser objetivos contrapuestos, se refuerzan mutua y positivamente.
Y por eso no fue casualidad que mi Gobierno fuera el primero en la historia de España en crear un Ministerio de Medio Ambiente y que ello fuera acompañado del período más intenso de creación de empleo en la historia reciente de nuestro país.
Ahora quiero referirme, brevemente, a algunos ejemplos que ilustran la coherencia con un concepto integral de sostenibilidad de las políticas públicas. Y quiero empezar por Kyoto. La coherencia por contribuir a que España aportara su cuota de responsabilidad a la conservación del medio ambiente global se plasmó, en 1999, en la adhesión de España al protocolo de Kyoto.
Asimismo, impulsamos decididamente una política energética menos intensiva en la emisión de CO2 y otros gases de efecto invernadero con dos decisiones fundamentales que merecen ser recordadas: en primer lugar, prolongar la vida útil de las centrales nucleares de España, pues no emiten CO2 ni otros gases de efecto invernadero y producen una energía de calidad y barata que mejora la competitividad del conjunto del tejido productivo. En segundo lugar, sentar las bases del desarrollo de la industria española de energías renovables, por entonces inexistente en nuestro país, sobre unas bases económicamente sólidas y sostenibles.
Y precisamente como primer impulsor de estas políticas en España quisiera transmitirles que sólo teniendo presente en todo momento la dimensión de la sostenibilidad económica podrá España tener éxito en el cumplimiento de todos sus compromisos internacionales. Y no me estoy refiriendo ahora precisamente a los nuevos pactos fiscales en la zona euro, sino específicamente a los compromisos vinculantes en materia de emisiones.
La forma más eficiente, justa y sostenible para toda la sociedad de alcanzarlos es aprovechar en toda su plenitud la fuerza más importante de progreso y prosperidad con que cuenta la humanidad: su capacidad de generar conocimientos. Unos conocimientos que, en materia de energías renovables, suponen la existencia de una curva de aprendizaje que hace descender rápidamente los costes de las tecnologías hoy inmaduras y aumenta su eficiencia.
De ahí que un compromiso responsable con el futuro de todos obligue a acompasar la implantación de fuentes de energía renovable a que éstas alcancen un grado de madurez tecnológica y de costes que asegure que no supondrán un lastre para la competitividad y la capacidad de generación de empleo del conjunto de la economía.
Encontrar la vía de salida a la actual situación económica y social exigirá comprender las bases del crecimiento de la economía a nivel mundial y su sostenibilidad futura. La experiencia nos muestra que, si se persevera en el camino de la libertad nosotros y nuestros hijos viviremos en una sociedad más próspera y justa.
Durante los años de la bonanza económica el mundo vivió una euforia colectiva. La percepción general era que el futuro nos permitiría, casi de forma inmediata, poder hacer realidad prácticamente cualquier objetivo.
Y desgraciadamente la consecuencia fue que se dejó de trabajar por el futuro. Las expectativas de prosperidad se desbordaron y, especialmente en las sociedades avanzadas, se rechazaba cualquier ejercicio de realismo que las alejara de sus sueños.
Se dio por natural la prosperidad y ésta se pretendió transformar en un derecho; en otro nuevo derecho. Pero en realidad salvo la dignidad de todo ser humano, casi todo lo demás que podemos disfrutar es fruto del trabajo, del nuestro y del de quienes nos precedieron.
Si no perseveramos, cualquier avance personal o social puede revertirse. Es precisamente el propio proceso de la superación continua lo que nos hace avanzar como sociedad. Nada asegura la prosperidad excepto el trabajo duro y las buenas ideas; o las buenas ideas y el trabajo duro; como prefieran.
Las crisis surgen cuando se relaja la prudencia, aumenta el endeudamiento y se decide trabajar menos por el futuro porque se cree que el porvenir sólo puede traer más prosperidad hagamos lo que hagamos.
No vivimos en una sociedad más próspera que la de los que nos precedieron porque seamos más inteligentes que ellos; sino porque trabajamos sobre la base de todo lo valioso que nos dejaron. Sumamos nuestro conocimiento al que ellos nos legaron gratuita y generosamente.
Por eso, aun cuando nuevas crisis nos tienten a poner en cuestión nuestros propios límites, será nuestra responsabilidad con las próximas generaciones afrontar el futuro con la confianza de que, mientras seamos capaces de conservar el conocimiento pasado y añadir a él nuevas ideas, se abrirán siempre nuevos e ilusionantes horizontes de prosperidad para los que nos seguirán. Para eso hoy habrá que trabajar con prudencia y con sentido de nuestra responsabilidad. Con conciencia de sostenibilidad".
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