España
Una tortilla por la integración
Alumnos extranjeros de un colegio burgalés aprenden a llevar su propio «negocio» gastronómico
¿Qué es de lo que más echa de menos un inmigrante? La comida. ¿Y cuál es el plato más típicamente español? La tortilla de patata. Este fue el razonamiento de Karol cuando le daba vueltas a una idea para mejorar la integración de los alumnos extranjeros de su colegio. Así nació el proyecto: «La tortilla del mundo». Cada estudiante crearía su propia tortilla de patatas, con ingredientes de su país, con el objetivo no sólo de mejorar su integración, sino también para fomentar la creatividad, el liderazgo y el emprendimiento juvenil. Alumno del Programa de Cualificación Profesional Inicial (PCPI) del centro burgalés San José Artesano, en la clase de Karol, de trece alumnos, hay también dos chicas colombianas, dos chinos, un ecuatoriano y una joven pakistaní. No en vano, en el colegio conviven hasta 20 nacionalidades. «Nunca hemos tenido ningún problema», aclara Rosario González, directora del centro. Ahora bien, «imagínate una clase en la que varios alumnos no hablan español. Corres el peligro de que se descuelguen». Algo que no ocurre en la clase, donde los chicos se sientan en círculo «para que ninguno crea que está el último».
La Fundación Bertelsmann organiza cada año el concurso «Eres joven, ¡triunfarás!» entre todos los centros que deseen participar, cuyos alumnos –entre 10 y 18 años– presentan ideas para llevar a cabo en sus colegios o institutos. Como explica Irene Pardo, responsable del programa, la finalidad es que «los chicos trabajen en un proyecto, además de asistir a clase, y evitar así el desertismo». Entre todos los proyectos, las tortillas del San José Artesano resultaron vencedoras. Y es que los chavales del colegio burgalés, aparte de idear unas originales recetas, están aprendiendo cómo llevar su propio negocio: son auxiliares de oficina, hacen labores de almacenaje, se relacionan con proveedores, desarrollan campañas de márketing, se encargan de las facturas... Ya tienen experiencia, porque hace cuatro años habían formado una cooperativa, Bocadeliz, para vender bocadillos. Ahora, ese proyecto lo han extendido a «La tortilla del mundo». El dinero que obtengan con la venta de las tortillas – entre profesores y alumnos–, lo emplearán en comprar una cesta que se sorteará entre las familias del centro.
¿Qué menú encontraremos en el San José Artesano? Por ejemplo, la tortilla polaca destacará por el twaróg, un requesón ácido. Mientras, la tortilla pakistaní tendrá un toque de cilantro y, sobre todo, la sambhar masala, una especia picante. La tortilla china contará raíz de loto y pimienta de Szechuan, la rumana estará elaborada con zuquini (calabacín), la colombiana tendrá patacón (plátano verde) con queso...
LA IDEA DE UN «INFORMÁTICO»
Karol, de 16 años, y al que todos llaman «el informático» por su destreza con los ordenadores, llegó a España cuando tenía 11 con su madre. Intentó estudiar ESO, pero el desconocimiento del idioma era una barrera enorme. «Al principio las clases eran difíciles para mí: lengua, sociales... El primer año fue muy complicado, con malas notas. Los profesores me dijeron que entrara directamente en un PCPI», explica. Ahora, después de que el proyecto «La tortilla del mundo» haya salido victorioso, su familia «está muy orgullosa de mí; la he sorprendido».
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