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Marxismo ZP
Apoteosis del Zapatero marxista. Del de Groucho, claro: «Estos son mis principios, y si no le gustan, tengo otros». En febrero daba lecciones en la City londinense: «No vamos a caer en la trampa de las ideas de aquellos que provocaron la crisis». Rechazó después el pacto con Rajoy: «Nos separan diferencias ideológicas profundas».
El miércoles despertó un hombre nuevo, acudió al Congreso y en dos minutos improvisó sus nuevas recetas: privatización de servicios públicos, rebaja de impuestos a las empresas y liquidación de subsidios. Giro a la ortodoxia liberal en toda regla. No de un dirigente pragmático guiado por el interés general, sino obsceno ejercicio de travestismo en alguien desesperado por aferrarse al poder.
Curiosa crisis ésta. Nos anunciaban el desplome del liberalismo económico y resulta que son sus fórmulas de siempre (austeridad, menos impuestos y más iniciativa privada) las que nos sacarán de ella. Porque la economía no miente: funciona o no. «Los valores de la derecha cotizan en la Bolsa; los de la izquierda, en el corazón», había sentenciado Zapatero.
Quizá por eso, después de tres días con la Bolsa hundida y España y el euro al borde del abismo, alguien descolgó de nuevo el teléfono rojo y, tras escuchar lo que debió escuchar (ahí tienes un verdadero reto, Wikileaks), el presidente acudió corazón en mano a saciar la voracidad de los mercados.
Con propuestas de las que renegaba y la traición a quienes prometió no dejar en la estacada. Marxismo puro. Del de Groucho.
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