Balón de Oro
Grandes emociones
El sábado tenía en su programación grandes emociones en varios de-portes. Lo que no estaba previsto era la pérdida del liderato en la Vuelta de Igor Antón y de manera tan dramática. Quienes oyeron cierta emisora de radio debieron de pensar que había muerto. «Sangra por todos los orificios», «está descuartizado por todas partes», «sangra absolutamente», fueron las frases con las que se anunció la desgracia. Afortunadamente, Igor Antón vive.
Quien empieza a vivir sin él es Guardiola. Siempre ha tenido la fortuna de que decisiones muy arriesgadas le han proporcionado buenos resultados y, frente al Hércules, la alineación poco compensada que puso en cancha, no le valió. El Barça, sin Xavi, es menos Barça. Iniesta, sin Xavi, es menos Iniesta. Guardiola intentó solventar el problema cuando era demasiado tarde.
A Mourinho estuvieron a punto de llevarlo en lenguas porque el Madrid no fue capaz de jugar bien. Ganar lo hizo de manera casi impensada y con un goleador inesperado. El entrenador madridista tiene las bendiciones del club y por ello se librará de los leones si más partidos como el del sábado se presencian en el Santiago Bernabéu.
Mourinho ha llegado con tantos plácemes que estoy seguro de que se le perdonará el juego ramplón si amarra la Liga o la Liga de Campeones. Al comienzo de temporada es natural que el público salga desilusionado del estadio al comprobar que su equipo no es exactamente un equipo y hasta algunas de sus mejores individualidades no están en la forma que se desea. Esta vez el bálsamo lo ha proporcionado el Barça. Un gol, cuatro puntos, es gran rédito en el arranque de la temporada.
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