Historia

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OPINIÓN: El sentido de la vida humana

La Razón
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Importa hablar de ello, porque desde las leyes que afectan a la familia, textos escolares, manifestaciones oficiales de todo tipo, que expresan una concepción de la persona, se insiste en la ausencia de Dios en la nueva cultura que se quiere crear.
Considerada la Encarnación, la historia universal deja de ser profana y se convierte en historia sagrada. Dicho de otro modo, Dios no ha creado un mundo, ni una humanidad para ver qué pasa con ella. No ha hecho una humanidad neutra. Ha hecho una humanidad que sale de su pensamiento, unido al del Verbo –Cristo– para que todos, un día, lleguen a conocerle y amarle siempre. En ti y en mí es, si no historia, más bien biografía de salvación. Y, por ello, la no significación sagrada de la vida, a la que se nos quiere conducir, es lo más trágico que le pueda suceder a una persona: que no tenga un sentido sagrado su vida, sino un significado puramente biológico.
Y es natural que profundos pensadores, pero que no han tenido fe, hayan dicho que «el hombre es una pasión inútil». ¡Y tan inútil, si no hay más historia que la actual!
O han hablado insistentemente de la «angustia existencial». Porque el «ser» es ser en el tiempo. Y ser en el tiempo es ser para la muerte. Entonces, el hombre no puede escapar a la angustia existencial.
Por eso es trágico para una persona no tener un sentido sagrado de su existencia, como parecen desear tantos dirigentes políticos. Y, por eso afirmo, desde el hondón de mi alma, que dar a conocer a los hermanos la profundidad auténtica de su vida única e irrepetible es fundamental para quienes tenemos fe.