Los Ángeles

Moussambanis españoles en la nieve por Julián Redondo

La Razón
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H elen y Harry han vuelto a Madrid; el rostro, moreno, y blanco, el contorno de los ojos. El viaje no ha sido misión sino relax. «Hemos estado en la nieve», e intuyo que en Aspen (Colorado). «No, en Innsbruck». Harry «Schwarzenegger» no renuncia a sus raíces. Me invitan a comer en la Estación Real, en Soto. Ella se chupa los dedos con «una riquísima cola de toro», rabo, Helen, corrijo, rabo de toro; y nosotros con un «confite» de pato delicioso, «ni en Francia lo hacen tan rico», sublima Harry, quien acto seguido cuenta: «Hemos visto los Juegos de Invierno de la Juventud y seguimos sin entender por qué va España. Y no te lo tomes a mal», me advierte. Sé que no lo dice con mala intención; como es tan prusiano, cabeza cuadrada a pesar de los años que lleva viviendo en Los Ángeles, no concibe que de los nueve representantes españoles siete fueran invitados por no alcanzar la clasificación; y el papel general, «un fiasco; hasta Marruecos logró una medalla». No es sorpresa. También fue así en los Juegos de Vancouver: 18 representantes, cero resultados. Después de Paquito y Blanca Fernández Ochoa, barbecho, de no haber sido por María José Rienda. Sin embargo, la Federación Española de Deportes de Invierno es la cuarta que más subvención recibe del CSD. Incluso Mourinho preguntaría por qué. España llega a los JJ OO de Invierno como el guineano Moussambani, «Eric la anguila», a los de Verano en Sidney. Nadó los 100 en 1:52.72 segundos, el doble que los demás. No se ahogó y el público jaleó su final. En Innsbruck no aplaudió ni Helen.