Yemen
AFLS
Recibir en España una distinción por fomentar la lectura debe ser como una felicitación papal por cantar misa en Yemen: el reconocimiento a una hazaña para cuyo logro hay que forzar la reticencia supersticiosa de la mayoría de la población (a la letra impresa, a la religión católica…). Es justo lo que han hecho los héroes de la Asociación Feria del Libro de Sevilla, que ya pueden blasonar nada menos que de tener un Premio Nacional, con mayúsculas y expedido por el Ministerio de Cultura, no por ninguna taifa autonómica. Compartirlo con Manolo Pedraz y su imprescindible «Historias de papel» (¿por qué demonios la televisión pública y la radio pública, perteneciendo a un mismo ente, se parecen tan poco?) no es más que otro motivo de orgullo y también la confirmación de que incluso en ciudades provincianas es posible la existencia de vida inteligente. Aquí es pertinente citar a Machado y su indignado «desprecia cuanto ignora». Sin apenas medios para pagar el sueldo de un par de empleados y desde una oficina subarrendada, la AFLS promueve cada mes de mayo un evento entretenido, ágil y repleto de iniciativas originales. Es lógico que las instituciones la tengan al borde de la asfixia: con algo de dinero, dejarían en evidencia a tanto pretencioso con cargo… De la iniciativa privada, naturalmente, ni una noticia. Eso, aquí, sí que es pedirle peras al olmo.
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