Déficit autonómico
El niño se llama Mariano por Lucas Haurie
Un malvado se preguntaba ayer en el Parlamento si a Carmen Martínez Aguayo le costaba más cuadrar los presupuestos autonómicos o conjugar las gafas de pasta multicolor con ese peinado imposible. Pasaremos por alto el detalle de que el presidente (madrileño) de la Junta tenga como persona de máxima confianza a una consejera (madrileña) de Hacienda porque no está el ambiente como para tensarlo con celos territoriales. Más allá de que resulte significativa la confianza que tienen los gerifaltes autonómicos en la capacidad de los andaluces para administrarse. Pero purezas de sangre aparte, conviene señalar la bendición que es para los mandarines de San Telmo tener a un adversario en La Moncloa. Siempre es bueno que haya niños. Porque, ¿tiene más la culpa del estado catastrófico de las finanzas andaluzas el partido que gobierna Andalucía desde hace treinta años o el señor que gobierna España desde hace diez meses? Pues para quien le escribe los discursos a la señora Aguayo es justo lo contrario de lo que usted ha pensado, por encima de cualquier atisbo de sentido común. Los varios millares de trincones que pasarán las Navidades en el paro gracias al (felicísimo y necesario) advenimiento de la contracción del sector público andaluz escucharán al recoger sus cartas de despido que la culpa es de Rajoy. Pero la próxima vez que les toque votar se debatirán entre la abstención y el castigo a quien le retiró la mamandurria. Ayer empezó a terminarse la fiesta.
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