México
Gibson sigue en el infierno
Protagoniza el delirante filme penitenciario de Adrian Grünberg
Acción, socarronería y humor. «Vacaciones en el infierno» –conocida popularmente como «Atrapen al gringo»– es una inteligente trama carcelaria con Mel Gibson como protagonista junto a la plana mayor del cine mexicano: Dolores Heredia, Jesús Ochoa y Daniel Giménez Cacho, entre otros. El actor australiano regresa a la gran pantalla liberado de las correcciones políticas de Hollywood con un personaje hecho a su medida: Driver, el antihéroe cínico, carismático y simpático. Gibson reina en esta cinta gamberra en la que se ha involucrado a todos los niveles: no sólo en el interpretativo, sino también como coproductor y coguionista junto a Adrian Grünberg. «Este proyecto nació de él. Tuvo la idea de meter a un gringo en una cárcel mexicana, y me ofreció dirigirla. Ha sido un lujo incomparable», explica a LA RAZÓN Grünberg, que presenta su ópera prima tras trabajar como ayudante de Oliver Stone, Tonny Scott, y del australiano.
Hijo de argentinos, criado en España y asentado en México, vuelve la mirada al país azteca para recrear el penal de Allende, los entresijos de las cárceles mexicanas: violencia, corrupción, tráfico de drogas, de órganos… «El Gobierno nos avisó de que Derechos Humanos había pedido realojar a los presos en Allende, así que retrasamos el rodaje para poder filmar allí», explica el director. Y sin pretender convertirse en una película protesta, «puede asumir el papel de denuncia social. Su trasfondo tiene tela de donde cortar. Es una realidad que sobrepasa la ficción». La del «Pueblito», nombre de la cárcel en el film, es tan devastadora como peligrosa. Y para dar buena muestra de ello, Grünberg asegura que un ayudante de producción se adentró como investigador en el penal: «Cuanta más información encontraba, más nos sorprendíamos. No imaginábamos encontrar un lugar así». Inhóspito, cuanto menos, para un forastero como Gibson, que a pesar de ser castigado por Hollywood, aprovecha la ocasión para homenajear a uno de sus grandes: Clint Eastwood, a quien imita en clave de humor. Al parecer, incluso, le llamaron para preguntarle si le importaba ser víctima de una broma, y la idea no pareció disgustarle.
Sin embargo, los escándalos continúan pasando factura al actor, quien decidió no realizar ningún tipo de promoción. «Su relación con la Prensa no es la mejor, se siente agredido. Quizá no fue la decisión correcta para vender la cinta», confiesa el argentino. Tampoco parece haber ayudado el modelo de distribución elegido en EEUU: «Se realizó a través de Direct TV, un portal on-line que la tuvo un mes en exclusiva. Tiene 100 millones de suscriptores, es un mercado muy grande y Mel apostó por él, pero acabó no yéndole tan bien». Pese a todo, Grünberg, no lo duda: «Volvería a trabajar con él».
Su amante
Hollywood no perdona los excesos del actor australiano (en la imagen). El último tuvo lugar durante el rodaje de esta película, cuando saltó a la luz su relación con la rusa Oksana Pochepa, con quien Grünberg había filmado varios vídeos musicales: «No creo que fuera la pareja idónea para Mel», reconoce. Y contra la fama de persona difícil que le precede, asegura que «es muy comprometido». Eso sí, mientras vea reciprocidad: «Necesita que los demás se involucren tanto como él. Eso le gusta».
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