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A Putin también le gusta Obama

La Razón
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Hay jolgorio general en las cancillerías con la victoria de Obama. A partir de ahora ya no habrá problemas en el mundo. También lo cree así Putin, el afilado primer ministro ruso que se ha apresurado a saludar al inquilino negro de la Casa Blanca comunicándole el despliegue de misiles en Kaliningrado, entre Polonia y Lituania, ambos países de la UE. Los rusos, siempre tan calculadores, han visto que es el momento de afianzar su rearme. Con Bush destronado y con un Obama angelical recién llegado, podrán actuar a su antojo sin temer el azote del Pentágono. Y es que muy pronto se va a dar cuenta nuestro admirado Barack Hussein de que la vida es dura y que no todo se arregla entregando flores en los mítines. Deberá enfrentarse a la terca realidad de tener que defender los intereses americanos en el mundo. Y responder a las provocaciones, vengan de donde vengan. Porque, ¿qué haría nuestro héroe afroamericano hoy si se encontrara con un ataque suicida contra las Torres Gemelas y tres mil muertos en la calle? ¿Organizar tal vez una cumbre de la Alianza de las Civilizaciones o perseguir a los terroristas allí donde estuvieren? amigo mío que peregrinó recientemente a Tierra Santa me trajo un recuerdo bastante singular: un marca páginas plastificado para libros que, en su interior, contenía varias semillas del árbol de la mostaza. Nunca había visto una de ellas, y les confieso que entonces me sorprendió aún más lo que Cristo espetó a sus discípulos en el Evangelio que leeremos en la misa de mañana: «Si tuvierais fe como un grano de mostaza, diríais a esa morera: ¿Arráncate de raíz y transplántate en el mar¿, y os obedecería». Si es verdad que nuestra fe es más pequeña que una de esas diminutas semillas -apenas llegan al tamaño de cualquier punto o tilde que vea en este periódico-, conviene plantearse qué peso tiene Dios en mi vida. Porque si Cristo es alguien de quien me acuerdo durante media hora mal llevada los domingos, o si es un ligero barniz que a duras penas cubre mi vida, o si es un ser abstracto a quien rezo sólo cuando tengo necesidad o al que reprocho cuando las cosas no me salen como esperaba, entonces, desde luego, mi fe anda más bien raquítica. Y se nota en muchos católicos quienes, tal vez, cumplen unos ritos, siguen un.