Asia

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«Ahora el precio del regalo de bodas se mira con lupa»

Begoña Zunzunegui (Bilbao, 1936) es la presidenta del grupo Becara y un cóctel de pasión e ingenio que un día decidió embarcarse en la aventura de recorrer lugares donde las mujeres eran miradas de arriba abajo. Detesta el mal humor y, cuando sale la palabra «crisis», su mirada habla de inicio, de no quedarse estancada. De abrir nuevas puertas y recorrerlas.

«Ahora, el precio del regalo de bodas se mira con lupa»
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¿Estoy en la India?¿Tal vez en algún lugar de Asia?¿Habré hecho un viaje astral? Está claro, acabo de aterrizar en la tienda de muebles y decoración Becara...

-¡Vivan los novios!

-Y que vivan mucho, pero este año está siendo distinto. No sabe cómo han cambiado las celebraciones...

-¿En qué sentido?

-Los invitados al enlace han disminuido muchísimo y, por consiguiente, las listas de boda. Y no sólo eso, sino que el precio de los regalos se mira con lupa. Esta crisis nos está afectando a todos y estoy convencida de que salir de ella no va a ser ni mejor ni peor, pero sí diferente.

-¿Como capea su tienda el temporal?

-Con nuevos proyectos. Vamos a abrir una tienda de 1300 metros cuadrados en Barcelona y otra en Valencia. También en Lisboa, y estamos decididos a saltar a Miami.

-Todo menos acobardarse.

-Quien no arriesga, no gana. Siempre surgen nuevos retos por los que luchar, y a mí me encanta sentirlos. Tuve que hacerme empresaria muy pronto, a los 25 años, cuando ya era madre de cuatro niños. La situación económica me cambió por completo de la noche a la mañana.

-Y decidió que no se quedaría en casa tejiendo calceta.

-Ja, ja, ja , qué va. Me puse en marcha. Fue el motor que me hizo moverme. Provocó un «clic» en mi cabeza y me puse manos a la obra hasta que nació Becara.

-Entonces, comenzó a viajar.

-Comprendí que toda mi competencia fabricaba en Asia. Yo estaba haciendo el idiota al comprarlo en Italia, así que en los años 70 decidí abrirme camino en la India.

-Tres años más tarde también estaba en China... sola.

-¡Menuda aventura! Pero a mí me parecía lo más normal del mundo, estaba feliz y encantada de emprender nuevos caminos. Cuando el ministro López Bravo firmó un acuerdo comercial con China no me lo pensé dos veces. Y me pasó de todo. Me equivoqué de avión y acabé en Chintau cuando debía ir a Shangai. Tuve que quedarme en una pensión de mala muerte sin pasaporte, porque te lo quitaban al entrar. Aun así, lo pasé estupendamente.

-Creo que en India también las pasó canutas.

 -Todo empezó al coger un taxi que debía llevarme a diez kilómetros de donde me encontraba. Cuando vi que habíamos pasado de sobra esa distancia, el taxista paró el coche, se bajó y se durmió... ¡en pleno desierto del Rajastán! Horas después me encontré con un señor en un carro y me llevó a Delhi.

-Tuvo suerte porque se encomendó a Ghanesa.

-¿Sabe qué? Tengo muchísimos ghanesas pequeñitos, un cajón lleno de ellos. Soy una enamorada de la India, de su cultura. Y lo mejor es que, aunque parece que allí pasa de todo, nunca pasa nada.

Puede que tenga razón, pero lo cierto es que si la palabra «valor» tuviera nombre propio, sin duda llevaría el de Begoña Zunzunegui.