Sierra Nevada

Alfredo Menéndez: «Bajo el sol a 50 grados»

Alfredo Menéndez: «Bajo el sol a 50 grados»
Alfredo Menéndez: «Bajo el sol a 50 grados»larazon

Las ciudades y las playas están bien. Pero los desiertos tienen algo especial. Es el destino en el que un viajero es más frágil. Y si ese desierto es Death Valley, todavía más. El Valle de la Muerte es, seguramente, uno de los lugares más inhóspitos del planeta. Y precisamente por eso es tan espectacular. Un mal paso, diez minutos más de los previstos al sol o que se acabe al agua no son una tragedia en ningún lugar del mundo. En Death Valley sí. Y no es una exageración. La mejor ruta es entrar por Nevada y salir por California. Dejar atrás Las Vegas y encarar la Sierra Nevada y el Monte Whitney de fondo, que consigue el milagro de pasar de 86 metros por debajo del nivel del mar a más de 4.400. Sólo así consigue uno detener el tiempo y superar los 50 grados durante el día y no bajar de los 35 por la noche. En Death Valley uno puede elegir entre un pequeño trozo de Marte en la Tierra, como es Badwater o el Devil's Golf Course, pero puede elegir sentirse también Lawrence de Arabia desde Dante's View o viendo ponerse el sol en las dunas. Pero lo mejor, sin duda, es pasar una noche en alguno de los pocos establecimientos hoteleros que hay en Death Valley. Nunca un cielo tan limpio, nunca un cielo tan cerca. Espectacular. Algo me enganchó a aquel desierto y por eso no he dejado de visitar otros parajes inhóspitos. Mi próxima cita será otro desierto: Atacama. Este verano. Buscaré mi pequeño Death Valley, pero esta vez en Chile.