Londres
Brown sacrifica a «Mister Speaker»
La tormenta política desatada en Reino Unido por el despilfarro de los parlamentarios provoca la dimisión del presidente de los Comunes / El primer ministro rechaza adelantar los comicios
Tan sólo un minuto. A Michael Martin, el presidente del Parlamento británico, no le hizo falta más tiempo para hacer historia en la política de Reino Unido. Con un discurso que apelaba a la «unidad» de la Cámara, el conocido como «Mister Speaker» se convirtió ayer en el primero que abandonaba su cargo en más de tres siglos. El episodio marcó un antes y un después en Westminster y subrayó la urgente necesidad que existe en el país de un cambio de Gobierno.
Nada parece tener ya sentido con el Ejecutivo laborista a la cabeza. Aun así, el primer ministro, Gordon Brown, acabado y aferrado a la llave de Downing Street, se negó ayer a convocar las elecciones generales que, bien este año o el que viene, le sacarán sin duda del poder a patadas. El «premier» compareció tan sólo unos minutos después de que Martin anunciara su dimisión para el próximo 21 de junio y adelantó el cambio de las reglas de juego que han operado hasta la fecha permitiendo toda una serie de abusos económicos por parte de los parlamentarios. «Westminster no puede operar como un club de caballeros en el que sus propios miembros son juez y jurado. La clave de la reforma ha de ser pasar de la autorregulación a una regulación externa e independiente», explicó. El episodio del «Mister Speaker» se convierte en una dramática noticia para el jefe de Gobierno. La salida da lugar a unas «byelection» para ocupar el escaño que Martin deja por el distrito de Glasgow Noreste. A pesar de ser uno de los bastiones laboristas durante décadas, después del escándalo todo hace prever una dramática derrota electoral. Ya ocurrió el año pasado con otro mítico, Glasgow Este, cuando los ciudadanos castigaron al «premier» por su inadecuada gestión política. La dimisión del llamado «Mister Speaker» era una cuestión aceptada por todos, menos por el propio afectado. Martin se negó el lunes a dejar una silla y su forma de actuar por mantener su trono había dejado en los últimos días escenas totalmente lamentables. La petición pública de diferentes diputados para que se marchara anteayer le hizo perder el respeto en la Cámara. Martin quedó reducido a una especie de indefenso muñeco de trapo.
Su figura había quedado gravemente dañada en las últimas semanas con la publicación de los gastos que los diputados han pasado durante los últimos años al erario público. Los mentideros aseguran que en todo momento, el «Mister Speaker» sabía que se estaban realizando esos abusos, pero era el primer interesado en que éstos no salieran a la luz pública. Quizá porque él mismo era uno de los que más se beneficiaba de un sistema totalmente viciado. Así al menos se demostró el año pasado, cuando la prensa publicó los gastos de 4.280 libras en taxis realizados por su mujer. El episodio le costó una investigación interna, la primera que se hacía de estas características al presidente del Parlamento en toda la historia de Westminster.
John Trevor encuentra sucesor tres siglos despuésA lo largo de todo este tiempo, el llamado Mr. Speaker había logrado mantenerse impune gracias al privilegio que lo convierte en un «intocable». Él era consciente de este poder e intentó aprovecharse al máximo del mismo. Pero finalmente, le cortaron las alas y con ellas también la suculenta jubilación que le esperaban si hubiera finalizado su mandato el año que viene como estaba previsto.Muchos consideran que el factor económico era lo que le hacía estar pegado a su asiento sin importarle los abucheos. Según la normas, al Mr. Speaker le corresponde como jubilación la mitad de su salario y en el caso de Martin, que desde 1979 había sido diputado laborista, la suma ascendía a 110.000 euros anuales que ya no verá en su cartera. Su dimisión supone además un hecho histórico, ya que es la primera en más tres siglos. El último en pasar por humillación similar fue sir John Trevor, que en 1695 fue expulsado por haber aceptado dinero de funcionarios de la Alcaldía londinense para acelerar la aprobación de una ley. Su salida constituye también un importante batacazo la propia Monarquía, ya que era él quien representaba a la Reina en la Cámara, y un golpe definitivo para un Gobierno agotado.
✕
Accede a tu cuenta para comentar