Carpe diem

Con la llegada del verano y porque nos merecemos aparcar la atosigante crisis para alzar la bandera del carpe diem, esta semana propongo descorchar una botella de champagne y brindar por esas cosas que nos permiten sobrevivir con una sonrisa en la boca. Por la fineza de sus burbujas, que cosquillean el paladar, y por el frescor de su «bouquet», que hace más llevadero el calor estival, merece la pena elegir el Blanc de Blancs de la casa Ruinart, la «maison» más antigua de Reims. Se trata de un «coupage» de diferentes añadas de Chardonnay cien por cien, la uva que encarna la nobleza por excelencia, de fácil entrada y muy equilibrado, que enamora a la vista por su dorada luminosidad y atractiva botella (una réplica de los frascos del siglo XVIII) para después cautivar al olfato y al paladar. En nariz es claro e intenso, dejando notas de brioche, pan horneado y praliné, mezcla de chocolate y almendra. En boca es flexible, armonioso, con un retro olfato que deja notas de miel. Un goloso capricho para tomar de aperitivo, a media tarde o en una cena galante.