Alimentación
Chucherías sin: la alternativa más segura para diabéticos y celiacos
Las chucherías no son sólo cosa de niños. ¿Qué adulto es capaz de resistirse a un puñado de gominolas? Probablemente, ninguno. Sus llamativos colores, formas originales y exquisito sabor son su principal soporte a la hora de consumirlas sin parar. Pero la realidad es que la gran mayoría sabe que no se trata de un producto ni mucho menos saludable. Si a los niños les gustan casi todas, lo cierto es que los adultos cada vez se inclinan más por las variedades «sin azúcar» o «sin gluten» con el objeto de cuidar la línea, vigilar los niveles de azúcar si se es diabético o optar por las variedad sin gluten en el caso de ser celiaco.
Para Cristina Sáenz Grandes, dietista-nutricionista e investigadora del Instituto de Ciencias de la Alimentación de la Universidad de Navarra, la principal ventaja de este tipo de gominolas es que «tienen un poder edulcorante superior al de la sacarosa, con lo que se consiguen los mismos resultados, pero se toma menos cantidad». Además, según el edulcorante con que se elaboren, según Concepción Maximiano Alonso, dietista-nutricionista de Sprim (Salud, Prevención, Investigación e Información Médica), «los pueden tomar los diabéticos y, además, no son cariogénicos, es decir, no producen caries».
Sí engordan
Hay que tener en cuenta que para que un caramelo o golosina adquiera la categoría de «sin», «deben contener menos de 0,5 gramos de azúcar por cada cien gramos de alimento», asegura Maximiano. El hecho de que no contengan azúcar en su composición no significa que no engorden ni que tampoco aporten calorías. «Estos productos tienen, en lugar de azúcar (sacarosa, glucosa), polialcoholes o polioles como xilitol, maltitol, sorbitol, etc que aportan también calorías aunque menos que los azúcares: cuatro calorías por gramo de las tradicionales, frente a una media de 2,5 calorías por gramo de las "sin"», explica Emilio Martínez de Victoria, catedrático de Fisiología y director del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Granada. Una de las ventajas que esconden este tipo de golosinas es que pueden formar parte de la dieta de un diabético. «Es una forma de que puedan tomar alimentos dulces. Además, implican un menor aporte de carbohidratos y un pico de insulina menor», sostiene Sáenz. Según Martínez de Victoria, «aunque provocan una menor subida de glucosa en sangre, deben tenerse en cuenta a la hora de contabilizar las cantidades totales de carbohidratos». Es importante señalar, continúa el experto, «que estos productos no deben emplearse para contrarrestar las bajadas de azúcar en sangre».
Cada vez son más las variedades de chucherías que se comercializan con la etiqueta de «sin gluten». Aunque a simple vista resulte imposible pensar que una golosina pueda hacer daño a un celiaco, lo cierto es que «se les añade gluten para mejorar la textura del producto. Pero si están acreditados por los organismos correspondientes e incluidos en el libro de FACE (Federación de Asociaciones de Celiacos de España), su consumo es seguro», matiza Maximiano.
Su abuso no está exento de riesgos. Al tratarse de alcoholes derivados de los azúcares, Martínez de Victoria advierte de que los efectos secundarios «son problemas gastrointestinales, especialmente diarrea, gases y espasmos intestinales (retortijones). Se estima que tomar, por ejemplo, «más de 50 gramos de sorbitol o 20 gramos de manitol al día, tiene efectos laxantes», asegura Maximiano.
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