Grupos
Contra la «pensión» de los músicos
Rebelión ante la propuesta de la UE de que el «copyright» suba de 50 a 95 años
Quedan menos de tres años para que la joya de la corona de la industria discográfica deje de estar protegida por la ley. El 5 de octubre de 2012 se cumplirán 50 años de la publicación de «Love Me Do», el primer sencillo de los Beatles. Según la normativa vigente, la canción dejará de tener «copyright» ese mismo día. Y así ocurrirá con el resto de éxitos del grupo, que pasarán al dominio público según alcancen el medio siglo de vida.
La inminencia de la fecha ha puesto en marcha la maquinaria de la UE. La Comisión ya trabaja en una directiva para extender el «copyright» de las grabaciones musicales de 50 a 95 años. Pero la idea ha irritado a grupos de consumidores y asociaciones de internautas de toda Europa, que acaban de lanzar una campaña en contra del proyecto.
«La industria dice que la extensión del «copyright» beneficiará a los intérpretes y a los músicos de estudio, pero no es cierto: sólo dará millones de euros a las principales discográficas», denuncia la plataforma.
Un monopolio temporal
En esencia, el «copyright» es un pacto entre la sociedad y los propietarios de los derechos de una obra. A cambio de difundir sus creaciones, éstos obtienen un monopolio temporal y pueden demandar a quienes exploten sus obras sin permiso. Pero cuando caduca el plazo, sus trabajos pasan al dominio público, como las obras de Mozart. Eso ya ha ocurrido con algún tema de la era pop como «Move It» (1958), de Cliff Richard, uno de los principales activistas a favor de esta reforma legal. En realidad, la caducidad del «copyright» no afecta a todos los artistas por igual.
Así, Paul McCartney seguirá recibiendo derechos hasta 70 años después de su muerte como autor de sus canciones. Sin embargo, sí que dejarán de cobrar quienes sólo las interpretaron (Ringo Starr) y la discográfica que las editó (EMI).
Y el problema se agudizará en los próximos años, pues la industria discográfica comenzó a despegar hace precisamente medio siglo.
En su borrador, la Comisión asegura que los principales damnificados serán los músicos de estudio de los años 60. Según sus cálculos, unos 7.000 intérpretes en cada uno de los países grandes de la UE perderán todos sus ingresos por derechos. «Me comprometo a hacer todos los esfuerzos para que estos artistas tengan unos ingresos dignos», proclamó el Comisario para el Mercado Interior, Charlie McCreevy, al presentar el proyecto.
Pero sus argumentos no convencen a organismos de todo tipo, entre ellos la Unión Europea de Radiodifusión. En un detallado informe, sus expertos aseguran que este colectivo no mejorará sus condiciones con el cambio de normativa: el 80 por ciento de los artistas recibirían menos de 26 euros al año.
«Los beneficios recaerán principalmente en los intérpretes más ricos y las compañías discográficas», dice la entidad. El Gobierno británico ya intentó aprobar una ley similar hace un par de años, pero la idea descarriló durante su tramitación. Primero, porque inflaría la factura sobre los consumidores de obras antiguas.
Y también porque complicaría la situación de infinidad de piezas «huérfanas», cuyos derechos de propiedad está en disputa.
«Todos los estudios apuntan a que la extensión supone elevados costes para el consumidor y beneficios imperceptibles para la comunidad creativa», admitió el informe encargado por el Ejecutivo durante el trámite de la norma. Ante este debate, los activistas «anti-copyright» han organizado una campaña paneuropea en la Red contra la iniciativa de la Comisión. Además, la semana que viene se reunirán con los europarlamentarios para convencerles de los efectos «nocivos» que la extensión tendría sobre la economía comunitaria.
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