Somalia
Contra los piratas somalíes
No hace falta navegar por las aguas circundantes de Somalia para constatar agresiones al idioma. Ni con cien cañones por banda evitaríamos el abordaje diario de falsos amigos: políticos, periodistas y aliados. Los primeros, por el desmedido afán de grandilocuencia y de exageración de lo cotidiano y por la necesidad de camuflar la verdad ante sus votantes; los segundos, por lo de siempre: un poco de prisa, otro poco de descuido y un tanto de incompetencia; y los últimos, por aprovisionar las embarcaciones piratas del arma de las malas traducciones en los teletipos. Lo cierto es que en estas aguas procelosas el abordaje al español con expresiones que lo maltratan, lo desvirtúan y ocasionan no pocos problemas de intercomunicación resulta muy fácil. Al final, con el idioma como con los piratas, terminamos negociando, esto es, incorporando a nuestro hablar cotidiano expresiones tan engañosas como «flexibilidad laboral» por «bajada de salarios», «guerra preventiva» por «ataque o invasión». Y muchas veces lo políticamente correcto no es más que una forma de esconder la verdad, por ejemplo, «crecimiento negativo del IPC» es «descenso»; «persona de color» es una sandez para eludir la expresión «negro», que es un color de personas. Denominar «piratería» a la copia de ficheros en la Red, aunque no sea legal (¿ven?, he empleado «no sea legal» en vez de «sea ilegal», para difuminar la fuerza del adjetivo «ilegal») es una forma de disculpar. Como sanguijuelas, se están adhiriendo a nuestra lengua estas expresiones barbarizantes.
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