Getafe C.F.

De penalti

La Razón
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Los jugadores del Levante, además de poseer más paciencia que el santo Job, son profesionales extraordinarios. Juegan con tanta fe como si cielos y tierra les sonrieran. La pasada semana empataron en Mestalla y ayer se enfrentaron al Madrid con el sueño de la victoria. Su entrenador predica ilusión y Descarga, la moral del Alcoyano. Están con más de un pie en Segunda y se resisten a admitirlo. Ello les enaltece. Anoche le dieron varios sustos a Casillas nada más empezar e insistieron en la segunda parte. El Madrid, superior, líder, con los jugadores pagados generosamente, no supo cómo tomarle las medidas al colista. Los levantinistas pusieron en el juego todo el fervor que se puede exigir a los privilegiados. Ellos, dirigidos por Pedro Villarroel, quien no da la cara, y los ha convertido casi en parias del fútbol, merecieron el aplauso de sus seguidores, quienes son sufridores. El Levante, respecto del Valencia, no es ni parecido a lo que son el Atlético con el Madrid o el Espanyol con el Barça.

Los azulgrana se fueron al descanso con la impresión de que era posible el resultado positivo. Volvieron al césped con las mismas ansias y Pedro León puso taquicardia en los madridistas. No pareció el Madrid un grande al lado de un pequeño. Su centro de campo, con Sneijder, Baptista y Gago, no creó fútbol que posibilitara las acciones rematadoras de Robinho, Raúl y Van Nistelrooy, y Marcelo no dio garantías defensivas. De nuevo Schuster tuvo que recurrir a Guti para intentar crear juego. El Madrid acaba ganando los partidos por su capacidad goleadora, y pese a ello, más de una tarde desencanta. El gol llegó de penalti. Una ingenuidad defensiva, mano aparentemente involuntaria, propició el primer tanto. Hasta el minuto 76 no tuvo ventaja el Madrid. Muy poco para tanta diferencia entre ambos clubes. La suerte de los campeones. La desgracia de los pobres.