Moscú
Debe retirarse España de Eurovisión
FRACASO / LA BAJA AUDIENCIA Y EL PÉNULTIMO PUESTO DE SORAYA HACEN REPLANTEARSE LA PARTICIPACIÓN EN EL FESTIVAL
Ala casa donde uno no es bien recibido, mejor no ir. Esta máxima tan española es la que en las últimas horas se deja caer en los corrillos cuando se habla del penúltimo puesto de Soraya en el festival de Eurovisión celebrado en Moscú y, máxime, cuando la audiencia de nuestro país ha correspondido con un desplante a los escasos 23 «points». Más de cinco millones de espectadores vieron el descalabro de nuestro país en las votaciones, cuatro millones menos que los que el año pasado disfrutaron con las peripecias de Rodolfo Chikilicuatre. De la misma manera, si en 2008 seis de cada diez espectadores siguieron al hombre del tupé engominado, este año ni siquiera cuatro de cada diez se empaparon del vestido de brillantes de la extremeña, la tercera peor marca de la década.
¿Le faltó calidad a la canción española? ¿Falló la puesta en escena? ¿No pone el suficiente empeño TVE? ¿Melody habría quedado mejor? Ignorando esta última cuestión, lo cierto es que el fracaso de la Corporación en el añejo festival es doble: Europa y la audiencia dieron la espalda al certamen. La decepción es aún mayor, si se tiene en cuenta que España, junto a Francia, Alemania, Gran Bretaña y Francia pagan de su bolsillo la tercera parte del festival –de ahí que pasemos directamente a la final y que se les conozca como el «Big Four»–.
Sin embargo, desde el ente público echan balones fuera. «TVE no se plantea abandonar. El festival de Eurovision, como evento anual, cada vez tiene más adeptos y cuenta con la afección del público», defiende Eva Cebrián, directora de programas de TVE, que mantiene que «estamos muy orgullosos del trabajo y de la actuación de Soraya, el resultado no es el que se merece, pero su actuación ha sido explosiva y vibrante.
La voz de la sabiduría en esto de Eurovisión, José Luis Uribarri, ha insistido a LA RAZÓN que el desprecio de los europeos a Soraya «ha sido una injusticia, teniendo en cuenta lo que se lo ha currado». Sin embargo, cree que apearse del carro festivalero no es la solución, «Eso nunca, ya sabemos a lo que vamos y lo que hay», comenta resignado.
Boicot del jurado
Los eurofans aseguran que los malos resultados en las votaciones son producto de un boicot oculto de la UER –entidad que organiza el festival–, después de que TVE decidiera no emitir en directo la segunda semifinal del jueves para retransmitir un partido de tenis del Máster Series de Madrid. Según esta teoría, los jurados de cada país habrían contrarrestado con «cero points» los apoyos recibidos a través de televoto. Jueces y espectadores se repartían al 50% el reparto de votos.
Sin embargo, precisamente por ser TVE uno de los principales mecenas del festival, la UER minimizó el desplante de la cadena española y dejó claro horas antes del festival que no habría «represalia» contra Soraya y que cualquier sanción se daría a conocer después de la final de Moscú. Sin embargo, la ex triunfita reconoció ayer que lo que sí pudo influir en algo, es la actitud desafiante de TVE y ese trato de favor que recibe nuestro país por parte de la organización. «Es cierto que Europa tiene muchas represalias al ‘‘Big Four", se nos mira diferente, ya que creen que tenemos beneficios con eso de irnos a la final directamente», señaló ayer la cacereña.Tras los pasos de Italia
Vaya quien vaya a Eurovisión, parece que Europa ignora a los representantes españoles. En 2001, David Civera logró un sexto puesto y al año siguiente, Rosa, pese al «boom» de OT se tuvo que conformar con el séptimo puesto. A partir de ahí el descalabro ha sido mayúsculo. Los triunfitos Beth y Ramón perdieron algún puesto, pero fue la irrupción de Son de Sol, Las Keptchup y Nash los que sepultaron a España en los últimos lugares del tablero. Entonces llegó Rodolfo Chikilicuatre que recuperó alguna posición. Hay quien mira la salida de Italia en 1997 como un ejemplo a seguir. Se marchó cuando se empezó a despreciar a sus artistas, los ganadores de San Remo. Ahora la UER bebe los vientos para que Italia regrese.
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