Presidencia del Gobierno
Derrota moral en el Senado
El Senado fue testigo ayer de uno de esos reveses que, cada cierto tiempo, la artimética política propina a aquellos Gobiernos empeñados en un permanente ejercicio de la cuadratura del círculo. Una derrota moral que, salvo sorpresa mayúscula, no se traducirá en un fracaso irreversible, pero que deja en evidencia hasta dónde llega la precariedad de un Ejecutivo hipotecado por una minoría parlamentaria y, sobre todo, por las deudas contraídas con sus socios. Los Presupuestos Generales del Estado para 2008, la Ley que más influencia tiene en la vida de los ciudadanos, no recibieron ayer el apoyo de la Cámara Alta después de que la mayoría de los senadores respaldara el veto a la sección de Vivienda presentado por CiU. El resultado es conocido: el texto vuelve al Congreso, donde deberá ser aprobado por mayoría absoluta. Otra vez el Gobierno a echar cuentas. Otra vez, como ya ocurriera con la reprobación de la ministra Magdalena Álvarez, a mendigar apoyos por los pasillos. Y otra vez a rezar para que no haya faltas de asistencia, y no necesite de los votos de dos tránsfugas, uno de Coalición Canaria y otro del PP, para sacar adelante su proyecto más importante.
Ése, y no otro, es el escenario en el que se desenvuelve Rodríguez Zapatero, un presidente acostumbrado a cargar con sus grandes proyectos en un precario equilibrio que amenaza con venirse abajo ante el menor imprevisto. En este caso ha sido la oposición de CiU a las políticas de vivienda, pero podría haber sido cualquier otra circunstancia. En un solo viaje, el presidente del Gobierno pretende a la vez contentar a los nacionalistas moderados y a los radicales; amansar una vez más a IU, su socio de conveniencia; neutralizar al Partido Popular con cortinas de humo ante la opinión pública; y contentar a cuantos aliados ocasionales se pongan a tiro, como es el caso de Coalición Canaria, a quien pretende seducir cada vez que el viento sopla en contra. Una misión imposible.
CiU y ERC rechazan el texto porque incumple las promesas de inversión en Cataluña. Coalición Canaria, porque arrincona el régimen económico y fiscal de las Islas y no recoge la inversión necesaria para esta comunidad. Y Eusko Alkartasuna, porque olvida alguna de tantas promesas hechas durante el arduo trámite de negociaciones. Pero, sobre todo, las cuentas de 2008 reciben el rechazo del PP, el único partido que de verdad hace un examen coherente del texto. El proyecto, sostienen los populares, fomenta la insolidaridad territorial entre comunidades autónomas, presenta un desfase de 200 millones de euros respecto al texto inicial y obvia aspectos tan importantes como el aumento del endeudamiento de las familias, el desempleo o la inflación. En una palabra, es un «proyecto fantasma» que no responde a la realidad económica del momento, sino al escenario de cartón-piedra que el Ejecutivo pretende fabricar a tres meses de las elecciones generales.
El veto a los últimos Presupuestos de la Legislatura se suma al rechazo que sufrieron, también en el Senado, las primeras cuentas presentadas por el Gabinete de Zapatero, algo más que una coincidencia en un Gobierno en manos de los nacionalistas y, ahora también, de los tránsfugas. Partidos como ERC rechazan el proyecto por cuestiones partidistas, es cierto. El PP lo hace con argumentos de fondo. Sorprende que el ministro de Economía, Pedro Solbes, resuma el varapalo en que responde «a la proximidad de las urnas». Será, en cualquier caso, el único destino que corresponde a unos Presupuestos tan electoralistas como éstos.
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