Atlético de Madrid
El Atlético no hace nada por ganar
¿Por qué el Atlético tiene dos caras tan diferentes? Después de hacer el mejor partido de la temporada ante el Villarreal, hace el rídiculo en Mallorca y sucumbe frente a los de Manzano, que, a base de orden, entrega y sacrificio, doblegaron a los de Abel, en un encuentro que no pasará a la historia, que fue un despropósito desde el punto de vista rojiblanco porque no hubo ningún jugador que pusiera cordura y calidad a la indolencia de los suyos, que se pasaron noventa minutos vagando por el campo y sólo una vez, cuando Maxi estrelló un centro de Forlán en el larguero en la segunda parte, dieron señales de vida.Y es que el Atlético no tuvo pulso. Salió sin tensión y así acabó en su paseo mallorquín, en el que el rival le sometió a un férreo control y no le permitió desplegar ese juego vistoso y alegre que se había visto contra el Barcelona, el Madrid y el Villarreal. Fue más, un calco de lo de Oporto con Forlán de titular, con Maniche en Madrid y con Seitaridis en el césped como sustituto del lesionado Antonio López. No le quedó más remedio a Abel que utilizar al griego cuando ya el Atlético no daba muestras de equipo grande y el Mallorca, con Jurado, el de los 120.000 euros, con Martí y con Cleber se adueñaba del centro del campo ante la endeblez de la pareja Camacho-Raúl García, la apatía de Maxi y el empeño de Simão, al que Varela y Scaloni no le dejaron profundizar.Pronto se vio que el equipo estaba cogido con alfileres, en el alambre de la respuesta defensiva, y cuando Heitinga habilitó a Aduriz, al tirar mal el fuera de juego, al Atlético se le nubló la vista. Encajaba un gol y su capacidad de respuesta se reducía a un mal disparo de Agüero y a tres faltas laterales en las que la estrategia favoreció a los de Manzano. En una de ellas, el holandés Heitinga chocó con David Navarro y salió mal parado.Abel tuvo que volver a recomponer la defensa y con el marcador en contra optó por la salida de Sinama como lateral derecho, por lo que Seitaridis pasó a la izquierda. Tampoco fue la solución ofensiva que buscaba el técnico porque Agüero y Forlán no estaban, les faltaba la imaginación, la chispa, la calidad y el remate que le ponen otras veces.Y con las estrellas eclipsadas por su propia desgana y por el acierto de Manzano en el control del juego, el partido siguió siendo horroroso, con errores continuados de unos y otros, con profesionales que no acertaban a parar el balón o dar un pase a un compañero a veinte metros. Eso lo quiso arreglar Abel con Banega, pero tampoco el argentino es Riquelme o cosa parecida. No se esconde, no rehuye el contacto con el balón, pide la pelota, pero una vez que la tiene en los pies puede dársela al rival que está más cerca o darse la vuelta por lo que el factor sorpresa y el añorado último pase se queda en la teoría y no en la práctica de un jugador que volverá al Valencia tras su paso gris por el Atlético.Lo mejor del Atlético, y lo único que hizo anoche decente, fue el disparo de Maxi (min. 57) al larguero tras un pase del negado Forlán. Fue lo más vistoso de una segunda parte en la que el Mallorca fue más conservador y se dedicó más a estorbar que a construir. A Manzano le iba bien la historia porque el Atlético no encontró nunca el guión adecuado. Siempre fue previsible, siempre fue controlado por el rival, que no sufrió nada. Aouate no intervino, David Navarro, con encimar y empujar al «Kun» tuvo suficiente, y Nunes puso experiencia en el eje de la zaga. Lo mismo que Varela y Martí en el centro del campo.Con muy poco, el Mallorca salvó los muebles, tomó aire y respiró muy tranquilo cuando Castro dejó al Atlético en entredicho y cerró el partido en el último minuto. Para los rojiblancos fue un suplicio. No hicieron nada por ganar y la derrota les coloca a cinco puntos del Villarreal y de la Liga de Campeones. Cerezo había hablado está semana del tercer puesto. ¡Qué inocente es el presidente rojiblanco! Igual que ayer la mayoría de sus jugadores.
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