Iglesia Católica
El corazón de la Iglesia
La liturgia es el alma y el corazón de la Iglesia porque, entre otras cosas, dentro de ella está la celebración de los sacramentos y muy en particular el de la eucaristía. Teniendo esto en cuenta, quizá deban repensar lo que han dicho algunos de los que han afirmado que el cardenal Cañizares era llamado a Roma a ocupar un dicasterio de rango menor. Si las cosas en la Iglesia se ven como en los gobiernos de los hombres, puede ser que tengan razón, pero si se ven desde la perspectiva de Dios –que es la propia de una institución creada por Cristo y con fines ante todo espirituales–, la Congregación para el Culto Divino es una de las más importantes del Vaticano.
Los retos que le esperan al cardenal Cañizares son de extraordinaria magnitud. Debe procurar que la liturgia sea verdaderamente el motor espiritual que impulse la vida de los fieles. No le faltaran dificultades: los abusos litúrgicos que han proliferado por doquier, haciendo que en no pocos sitios la liturgia sea algo tan subjetivo que depende del ánimo del celebrante; la administración incorrecta de algunos sacramentos, como sucede en la mayor parte de los casos en que se dan absoluciones colectivas; el encaje efectivo y afectivo dentro de la comunión eclesial de los tradicionalistas de Lefebvre, etc. Son retos arduos, pero el Papa sabe bien a quién ha elegido para el cargo. El cardenal Cañizares tiene, ante todo, corazón y, por si fuera poco, el temple y la habilidad suficientes como para afrontar con éxito esas tareas. Y, si no, al tiempo.
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