París

El juego de las damas socialistas

Los militantes eligen hoy entre tres candidatos en liza tras la división escenificada en el Congreso de Reims.

El juego de las damas socialistas
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Tras el reciente Congreso en Reims que puso de manifiesto la profunda división que padece el Partido Socialista francés (PS), los militantes tendrán hoy la oportunidad de decidir con su voto quién desean que dirija el futuro rumbo de la formación. Tras la retirada del alcalde de París, Bertrand Delanoë, la batalla se ha convertido en un mano a mano entre la candidata al Elíseo en 2007, la mediática Ségolène Royal (29% de apoyo precongresual), y la alcaldesa de Lille, la tecnócrata Martine Aubry (25%). Más lejos, con el 19%, se sitúa el representante del ala izquierda, Benoît Hamon. Si ninguno alcanza la mayoría absoluta, los militantes volverán a votar mañana. Pese a haber sido durante años compañeras de partido y de Gobierno, Royal y Aubry, que, según las malas lenguas, no se soportan, personifican dos formas opuestas de afrontar el futuro del PS. Ambas sufrieron una infancia marcada por un enfrentamiento con su padre. Royal se crió en una familia conservadora y patriarcal al dictado de su padre, Jacques Royal, un militar destinado en Senegal cuando ella nació. Ségolène tuvo que rebelarse contra un progenitor machista que pensaba que a las mujeres había que darles sólo la educación necesaria para ser buenas madres y esposas. Aubry tampoco tuvo una relación muy estrecha con su padre, Jacques Delors. Para evitar que la compararan permanentemente con el ex presidente de la Comisión Europea, la joven Martine decidió no llevar su apellido. En política, ella se sitúa más a la izquierda que Delors, católico y socialdemócrata. Sus respectivas carreras políticas han discurrido paralelas. En los 80 Royal comenzó siendo consejera del Elíseo con François Mitterrand, su padrino político. En los sucesivos Gobiernos socialistas ocupó ministerios poco relevantes (Medio Ambiente, Enseñanza Escolar, Familia e Infancia), pero alcanzó gran popularidad gracias a su capacidad para atraer la atención de la Prensa con sus impactantes medidas (permiso de paternidad o gratuidad de la «píldora del día después»). Pero su gran salto se produjo en 2004, cuando en las regionales arrebató al primer ministro Jean Pierre Raffarin su feudo de Poitou-Charentes. Como presidenta regional y pareja del secretario general del PS, François Hollande, Royal inició una fulgurante carrera para ser la candidata socialista al Elíseo en 2007 a pesar del rechazo del aparato del partido. La trayectoria de Aubry se ha desarrollado en el ámbito de la política social y de empleo. Su gran momento llegó con Lionel Jospin, que la nombró «número dos» del Gobierno en 1997. Como ministra de Empleo y Solidaridad puso en marcha la ahora denostada semana laboral de 35 horas. Dos proyectos diferentes Pero donde las diferencias son mayores es en el plano ideológico. Para la ex candidata presidencial, la socialdemocracia es un modelo «caduco» que debe renovarse con la «democracia participativa». En su opinión, los socialistas deben liberarse de los lastres ideológicos y abrirse al centro. Promete crear un partido «alegre, mestizo, creativo y constructivo». Su mensaje, tachado de vacío y demagógico por sus detractores, es bien acogido por los jóvenes dirigentes. Aubry, en cambio, cree que el PS debe mantenerse «anclado en la izquierda» y salir a la calle para combatir las políticas liberales del Gobierno. Cuenta en su empeño con el apoyo de los «elefantes» del partido. En caso de vencer, promete «colocar nuevas caras» y usar «la experiencia de los antiguos». Delanoë, con un 24% de respaldo, ha pedido el voto por la alcaldesa de Lille.