Galicia

El PP liga el voto con el «cambio»

El PP liga el voto con el «cambio»
El PP liga el voto con el «cambio»larazon

MADRID- La incertidumbre sobre el resultado del domingo era ayer generalizada en la dirección del PP. Por supuesto que Mariano Rajoy y su equipo cerraron la campaña con confianza en la victoria y en que surtirá efecto su invocación al voto por el cambio. La hipótesis de la derrota no se maneja en Génova. Pero tan cierto es eso como que hay una reserva generalizada hacia las últimas estimaciones de voto por culpa de la incógnita de la participación. El PP manejaba el lunes «trackings», pequeñas encuestas que se hacen día a día, que le daban una ventaja de más de cuatro puntos. Ayer, desde el comité de campaña se moderaban las expectativas. Por un lado, porque el «mayor error estratégico» sería vender un triunfalismo que «desmovilice a las bases» -todavía hay, según explican, un importante trabajo de campo por delante para interventores y apoderados-. Por otro, porque la dirección popular prepara el terreno para proclamar como un gran éxito incluso una victoria por unos dos puntos sobre el PSOE, lo que supondría un escaño más que los socialistas. «Con eso valdría» -aseguran-, pese a que dentro del PP hay quien se ha empeñado en colocar el listón alto, tan alto como el del triunfo histórico sobre el PSOE de las europeas del 94. Como ya es un clásico, Rajoy hizo su última petición de voto en un multitudinario acto en Madrid, en el que también intervino el candidato, Jaime Mayor Oreja, y la presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre. Hizo un discurso en el que fue y vino sobre los argumentos ya conocidos de esta campaña, es decir, sin novedades en el mensaje, y en el que incluso recuperó de nuevo polémicas como la del uso del Falcon por parte de José Luis Rodríguez Zapatero para ir a mítines del PSOE -por lo que le acusó de «prepotencia, chulería y zafiedad»- o la de las subvenciones de Manuel Chaves, cuando era presidente de la Junta, a la empresa en la que trabaja una de sus hijas. El domingo ganará quien haya conseguido llevar a las urnas a un mayor número de sus votantes tradicionalmente fieles. Y al servicio de ese objetivo Rajoy aprovechó su última arenga para elevar si cabe el tono de su crítica a Rodríguez Zapatero, del que dijo que es una máquina de incumplir promesas. La crisis económica fue un asunto más, en ningún caso el principal, de su cierre de campaña. Austeridad, decir la verdad, rebaja de impuestos..., las razones ya conocidas. «El cambio se inició el 1 de marzo en Galicia y en el País Vasco y va a continuar el domingo. Es una necesidad nacional para acabar con las mentiras, los engaños, las falsas promesas, crear empleo y dar la batalla del sentido común, la sensatez y la lógica, que es lo que hoy falta al Gobierno de España», proclamó.