País Vasco

El Rajoy más íntimo: un hombre bajo el traje

LA RAZÓN sigue durante una semana al presidente del PP. La travesía por el desierto ha llegado a su final. Mariano Rajoy está en su mejor momento desde las pasadas elecciones generales, aunque por delante aún le queden importantes obstáculos que superar. Rajoy tiene claro cuál es su meta de futuro: se ve presidente del Gobierno. Pero también sabe de dónde viene, cuáles son sus raíces, sus recuerdos y los pasos que le llevaron hasta el liderazgo del PP.

El Rajoy más íntimo: un hombre bajo el traje
El Rajoy más íntimo: un hombre bajo el trajelarazon

Una semana después de las elecciones europeas, Mariano Rajoy abre las puertas de su casa política y privada a LA RAZÓN para revelar por primera vez su faceta más íntima y personal como político, como esposo, como padre de familia, como hijo y como amigo. Una semana de seguimiento al jefe de la oposición y también de confesiones relajadas y sinceras.El presidente del PP es una persona tímida, celoso de su vida privada y poco dado a excesos de ningún tipo. De entorno pequeño y de confianza, conservador y, al mismo tiempo, abierto al diálogo y a tener una mirada plural. Hasta ahora ha mantenido casi en un búnker su cara más íntima bajo la protección de su esposa, Elvira Fernández, casi todavía más reservada que su marido. Viri, como la conocen familiarmente, ha sido su báculo en la travesía por el desierto que han supuesto estos primeros años de oposición. Rajoy está hoy más seguro que nunca en su liderazgo al frente del PP desde aquel día en el que José María Aznar anunció su decisión de pasarle el testigo. Las elecciones gallegas y europeas eran su espada de Damocles y han terminado siendo un bote salvavidas. Hoy se permite incluso el lujo de bromear sobre la campaña de cuestionamiento permanente con la que ha aprendido –dice– a convivir. «Ya estoy acostumbrado a que me den por todos los lados, así que he aprendido a mantener un estado de serenidad inalterable, por bueno, regular o malo que sea el momento», explica. El futuro, más políticaY hoy Rajoy también mira al futuro cada día más convencido de que será presidente del Gobierno. Ya no se acuerda de la traumática derrota de las generales de 2004 ni tampoco de lo que se le pasó por la cabeza después de las elecciones de 2008. ¿Dimitiría si perdiese en el próximo intento de hacerse con el sillón de La Moncloa? «¿Están de broma?», contesta. ¿Recuperará su plaza de registrador cuando deje la política? «No hago planes a tan largo plazo», responde aún más tajante. Aunque haga el mayor de los esfuerzos por disimularlo, es ine-vitable que uno perciba su satisfacción por lo que entiende como una victoria del PP y también como una victoria personal sobre adversidades materiales y humanas. El jefe de la oposición vive por y para la política desde antes de los 26 años, cuando entró en las listas del PP gallego al Parlamento autonómico. Del Rajoy diputado regional recuerda su ingenuidad y cuenta que la lección que ha sacado de todos los momentos convulsos que ha vivido el PP es que en «un proyecto tan grande todo el mundo puede y debe tener un sitio, y eso se consigue con generosidad y con tolerancia». En sus confesiones personales, reconoce que su padre es la persona que más ha influido en su vida porque le educó en libertad, pero distinguiendo lo bueno de lo malo. Presume de haber sido un niño bastante estudioso, que jugaba al baloncesto y pasaba todos los veranos en Villagarcía de Arosa. De su etapa en el Gobierno, confiesa que se quedó sin ser ministro de aquello que más ilusión le hacía, Justicia. Y del presente, admite que su relación con Zapatero es buena, aunque discrepe de su forma de gobernar. ¿Concilia vida familiar y personal? Según él mismo revela, su principal aportación en casa es intentar ayudar a sus hijos con los estudios siempre que puede. «Pero Viri es el eje sobre el que se mantiene la familia».

ENTREVISTAEl líder del PP es un hombre tranquilo, comedido y cercano en el trato. Habla con fervor de su familia, sobre todo de Viri, su esposa; con respeto ancestral de aquellos maestros políticos de sus inicios; y con educación de sus adversarios en las arenas, a veces movedizas, de su vocación. En la distancia corta, uno se encuentra con un gallego de la calle que se deleita con los recuerdos de aquel niño que entre la pesca, la bici y un «esfuerzo constante» fue superando las pruebas de la vida.–¿Qué recuerdos tiene de su infancia?–Casi todos están vinculados a la época que vivimos en León. Primero, en el colegio de las Discípulas de Jesús, y luego, en los Jesuitas. Era una vida bastante distinta a la de hoy, con otro ritmo. Recuerdo la tradición de ir a misa los domingos, con mis padres y mis hermanos, y el aperitivo posterior. Para nosotros era casi una fiesta. Entonces jugaba al baloncesto los sábados y domingos, y en esa época fue cuando le cogí el gusto al ciclismo, porque allí había una gran afición. Mi infancia ha sido como la de tantos otros de mi generación, con la pandilla de los amigos, los juegos en el recreo y la ilusión de las vacaciones.–¿Qué solía hacer en ellas?–Siempre en Villagarcía de Arosa. Para nosotros significaban, sobre todo, la playa y la pesca diaria con mi padre. Hoy ya se pesca menos porque hay menos tiempo, pero yo intento inculcarle a mi hijo la misma afición, y creo que lo voy consiguiendo poco a poco. Las vacaciones eran, la playa, la pesca y, por supuesto, la bicicleta.–¿Qué recuerdos guarda del colegio? –Buenos, porque era un niño bastante estudioso y no tuve grandes problemas. Mis asignaturas preferidas eran la Geografía, la Historia y el Latín, pero me manejaba bastante bien con las demás. Tengo buenos recuerdos de los profesores, de los compañeros y de los amigos de entonces. –¿Qué deportes practicaba en su etapa colegial?–Minibasket y después baloncesto. Como era de los más altos de la clase jugaba de pívot. Tengo la sensación de que antes practicábamos más deportes que los chavales de ahora y creo que era francamente bueno; el deporte también sirve para educarte en el esfuerzo y en la disciplina, en el compañerismo y en la competitividad. Te enseña a ganar y a perder, y eso es bueno para la vida.–¿Conserva amigos de aquella época?–Sí, a veces nos reunimos a comer en Astorga o en Madrid. La verdad es que son unos momentos muy gratos, llenos de recuerdos, y también de cierta nostalgia. Guardo amigos del colegio, de la pandilla y de la facultad. Realmente es algo de lo que presumo y de lo que disfruto; de mantener los amigos de siempre.–¿Cómo fueron los años en la universidad?–De los más divertidos de mi vida. Yo estudié Derecho entre 1972 y 1977, en Santiago de Compostela, y les garantizo que por aquel entonces debía de ser una de las ciudades con más ambiente de España. Era la típica ciudad universitaria; fueron años inolvidables. Estudiábamos mucho, porque el nivel de la facultad era muy exigente, pero también lo pasábamos en grande. –¿Había bronca política por aquel entonces? –Claro que la había. Entonces empezaba la Transición en España y la política se vivía muy de cerca en la universidad. Había asambleas y huelgas a todas horas, pero, oigan, aquí estamos todos. –¿Por qué se decidió por estudiar Derecho?–Por vocación. De alguna forma el ambiente que vives en casa influye en la decisión de la carrera que quieres estudiar y tanto mi padre como mi abuelo y mis hermanos han estudiado Derecho. –¿Qué imagen tiene de aquel momento político?–Era de una enorme efervescencia. Todo el mundo se sentía implicado en la política y en el futuro de España, prácticamente no se hablaba de otra cosa: en la universidad, entre las pandillas de amigos y también en casa. Y eso que en mi casa se vivía la política con cierta prevención por los problemas que tuvo mi abuelo durante los primeros años de la dictadura.–¿Aquel accidente de coche que sufrió, marcó un antes y un después o está ya superado?–Está superado. Fue en Palas de Rei, donde, por cierto, el PP siempre ha ganado las elecciones, aunque a alguno no le guste mucho. Era a primera hora de la mañana, iba a Villafranca del Bierzo, donde ya trabajaba como registrador; me quedé dormido al volante y me salí en una curva. Lo cierto es que tuve mucha suerte porque pude haber muerto. Incluso durante unos instantes pensé que me había quedado ciego porque no veía nada por la sangre. Tuve suerte de salir con vida y de que me atendiera el doctor Zaera, que me hizo la cirugía en la cara. Precisamente, estuve con él en uno de los viajes de la última campaña electoral en un bar de Lugo. Siempre le estaré muy agradecido por su ayuda.–¿Por qué sigue llevando barba?–Me la afeité una vez, en el verano del 96, en unas vacaciones en Grecia. Pero, la verdad, me veía tan raro que decidí dejármela otra vez, y hasta hoy. He de decir que en este asunto Viri y yo estamos completamente de acuerdo.–¿Quién ha sido la persona qué más ha influido en usted como persona?–Mi padre, sin duda. Me educó en libertad, pero, sobre todo, me enseñó a ser responsable desde muy pequeñito. Me enseñó a distinguir lo bueno de lo malo y a asumir las consecuencias de mis decisiones. Y todo sin un grito. Mi padre, que afortunadamente vive, significa para mí la justicia, la ecuanimidad, la moderación..., y también la independencia. Eso también lo aprendí, en buena medida, con él.–¿Y quiénes han sido o son las personas más importantes de su vida?–Ahora mismo, sin duda alguna, Viri. Ella es el eje sobre el que se mantiene la familia, es la mujer más equilibrada que conozco. Está pendiente de todo: de los niños, del colegio, de la intendencia de la casa, del resto de la familia, de mí, que tiendo a ser un desastre, y de mis silencios, que a veces son bastante espesos. Viri ha hecho un derroche de generosidad durante estos años que nunca le agradeceré lo suficiente. Y además es lista, es alegre y tiene un enorme sentido del humor. Es una gran compañera. Luego están mis hijos, que, como suelo decir, son unos clientes para toda la vida. Mientras han sido pequeñitos han estado más con su madre, pero ahora ya empezamos a compartir más cosas. Mi mujer, mis hijos, mis padres, mis hermanos y algunos amigos de toda la vida. Supongo que como cualquier otra persona. Una vida en política–¿Por qué entró en política?–Con 26 años me ofrecieron entrar en las listas del PP al Parlamento gallego. Y me hizo mucha ilusión. Primero, porque me gustaba la política, pero, además, me conectaba de alguna manera con la trayectoria de mi abuelo, que había sido el secretario de la Comisión del Estatuto de Autonomía de Galicia. Él era un señor de derechas y galleguista, uno de los artífices del Estatuto de Galicia y lo pasó bastante mal después de la guerra civil. El caso es que me hizo mucha ilusión.–¿Cómo era el Rajoy diputado del Parlamento gallego?–Mucho más ingenuo, pero con la misma ilusión que hoy y me estudiaba los asuntos con la misma profundidad que hoy.–¿Y el concejal o presidente de Diputación?–En esa etapa de mi vida aprendí mucho de política, de la vida de las personas y de las necesidades de la gente. Es la forma de hacer política más cercana al ciudadano. Vi claro que lo que más demandan es que les resuelvan los problemas: que hagan un camino para llegar a casa, que repongan unas bombillas fundidas en la farola de su calle, que les ayuden a buscar trabajo para un hijo. Cuando consigues arreglar los problemas más cotidianos, los que facilitan la vida diaria, la gente es muy agradecida. También aprendí que la gente no quiere doctrinarios y que hay que saber admitir y perdonar los errores de los demás. –¿Cuál era su objetivo cuando dio el salto a la política nacional?–No traía un objetivo concreto, más allá de aportar lo que pudiera para lograr un país mejor, como todo el mundo. Fue algo bastante natural, un paso más en una carrera que había empezado en Galicia. Eso sí, llegué muy joven, a los 31 años y en pleno esplendor del Gobierno de Felipe González. Yo tiendo a creer que quienes nos dedicamos a la política lo hacemos por vocación.–¿Quién diría que ha sido su maestro? –Si tuviera que dar un nombre diría que guardo un extraordinario recuerdo de Pío Cabanillas Gallas, pero he aprendido de mucha gente. De gente desconocida para la mayoría, pero que con su experiencia me ha enseñado mucho; de gente ajena a la política y también de alcaldes y concejales. Sigo aprendiendo de mucha gente; creo que todas las personas te pueden enseñar algo. Hay que escuchar. De los únicos que no aprendo es de aquellos que pretenden darme lecciones.–Usted participó en la construcción del PP. ¿Entonces hubo más puñaladas que las se produjeron en vísperas del Congreso de Valencia del año pasado?–Miren, yo he vivido etapas muy convulsas en el partido y lo que he aprendido de ellas es que siempre hay que hacer un esfuerzo para mantener la unidad. En un proyecto tan grande como es el PP todo el mundo puede y debe tener un sitio, y eso se consigue con generosidad y con tolerancia. Hay que saber olvidar, mirar siempre al futuro y tener claro que el proyecto colectivo está por encima de ambiciones y de personalismos. Cabemos todos y todos somos necesarios. –De las que ha sentido en su espalda, ¿cuál es la que más le ha dolido?–No me acuerdo. Hoy no me duele ninguna.–¿Qué recuerdos guarda de las campañas electorales previas a la victoria del 96?–Antes del 96, dirigí tres campañas. La del 90 en el País Vasco. Entonces nadie votaba al PP. Teníamos dos diputados y nuestro objetivo era conseguir grupo parlamentario –cinco diputados–, y conseguimos seis. Cada votante del PP tenía la sensación de ser un bicho raro, que era el único que votaba al PP. La sensación de soledad que tenían era absoluta. Entonces se nos ocurrió un eslogan: «Somos más de cien mil vascos», porque habíamos tenido más de cien mil votos en las generales del año 89. Funcionó estupendamente y, como digo, conseguimos el grupo parlamentario. También guardo un buen recuerdo de la campaña europea de 1994 –ésa que tanto se ha recordado recientemente y que yo dirigí–, porque fue nuestra primera gran victoria sobre el PSOE, que luego continuó con la victoria en las autonómicas y municipales de 1995, que también me tocó dirigir. Fue una época espléndida en la que rompimos aquel famoso techo que, según algunos, nunca en la vida podríamos superar. –¿En qué Ministerio se ha sentido más cómodo?–He tenido la suerte de encontrarme cómodo en todos. Pero les voy a confesar una cosa: he sido ministro de muchas cosas menos de lo que me hacía más ilusión, que era ser ministro de Justicia. En un momento pensé que Aznar me iba a encomendar esa cartera, algún día le preguntaré por qué no lo hizo. Es una anécdota: yo estoy muy agradecido al presidente Aznar por su confianza.–¿Cuál ha sido su momento más difícil en política?–Probablemente el día más difícil fue cuando me subí por primera vez a la tribuna en el Parlamento gallego, tenía 26 años. No sé si me temblaban las piernas, pero, desde luego, me temblaba la voz. Te das cuenta de la responsabilidad, quieres hacerlo lo mejor posible, por ti, porque se sientan satisfechos tus compañeros de partido y por las críticas que recibas de los adversarios políticos. Luego, ya en la política nacional, los más difíciles y dolorosos siempre son los momentos relacionados con el terrorismo. Es imposible consolar a quien le han arrebatado a un ser querido de forma tan irracional y tan cruel. Eso es lo peor, sin comparación posible con ninguna otra circunstancia. –¿Y el más feliz?–En política todavía está por llegar, como todo el mundo sabe. –¿Qué es lo que más le ha decepcionado de la política?–Lo que más me decepciona es la mentira. Actuar como si los ciudadanos fueran tontos. Eso es una falta de respeto y una irresponsabilidad. Por eso no entiendo a quienes hacen del engaño y de la falacia su única estrategia política. –¿Tiene algún amigo entre quienes compartieron con usted silla en el Consejo de Ministros?–Sí. He tenido siempre buena relación con todos, y de algunos me considero hoy buen amigo.

EL PRESENTE Y EL FUTURO–¿Le molesta que digan que es un político de derechas o se identifica como tal?–Lo que cuenta no son las palabras o etiquetas, lo que importa son las ideas en las que uno cree, las cosas que hace y la tolerancia y el respeto que se tiene hacia quienes no piensan como uno. No me importa que digan que soy un político de derechas, a veces yo mismo me lo digo. Lo que es evidente es que no soy socialista. Ahora bien, yo dirijo un partido político donde se sienten cómodas personas que están más a la derecha que yo y personas que están más a la izquierda. La clave es el respeto, por eso somos un partido de centro, porque el centro, más que una ideología política, es una voluntad, es un método, es la vocación de ser moderado y tolerante.–¿Se ve como presidente del Gobierno?–Sí.–¿Tiene la sensación de que a veces es usted el único que cree en sí mismo?–No. Tengo mucha gente a mi alrededor que colabora, trabaja y se deja la piel conmigo. Estamos todos en el mismo barco. Esto no lo hace uno solo. Es el fruto del trabajo de todos. Creo en mí, pero creo también en mi partido con la misma fe. –¿Si dejara la política, ocuparía su plaza como registrador de la propiedad o preferiría reinventarse a sí mismo y empezar desde cero?–No hago planes a tan largo plazo. –¿Cuántas veces se le ha pasado por la cabeza la idea de dimitir?–Soy persona muy poco dada a los aspavientos, incluso en los momentos más complicados intento mantener el equilibrio y los compromisos adquiridos. Es una cuestión de responsabilidad. Procuro saber lo que hay que hacer en cada momento.–¿Lo haría si perdiese las próximas elecciones generales?–¿Están de broma?

LA FAMILIA Y SUS AFICIONES–¿Qué es para usted la familia?–Lo más importante en mi vida, en todos los aspectos. No sólo significa el cariño, es también la estabilidad personal y la conexión con la vida real. La política te puede acabar absorbiendo y ellos te devuelven a la vida real.–¿Concilia la vida familiar y la laboral?–Depende de a quién le haga usted esa pregunta. Ahora en serio. La verdad es que no dispongo de mucho tiempo, y aquí es donde más siento el apoyo de Viri. Mi mayor aportación es intentar ayudar a mis hijos en los estudios siempre que puedo. Procuro cenar en casa y acostar a Mariano y a Juan. Y siempre que puedo desayuno con ellos.–¿Le gustaría que sus hijos entraran también en política?–Me gustaría que hicieran aquello que les hiciera felices. –¿Qué es lo más difícil del papel de padre?–Yo he sido padre con los cuarenta cumplidos y con bastantes experiencias ya acumuladas. He de reconocer que jamás se me hubiera ocurrido que pudiera ser tan maravilloso. Hasta hoy no he encontrado nada que me parezca difícil, bien es verdad que mis hijos todavía son pequeños. Supongo que cuando crezcan tendremos más «desacuerdos», pero por el momento estoy en la época de disfrutar. Cada día que pasa descubro algo nuevo en mis hijos. Lo más satisfactorio del mundo, sin duda, es sentirte querido por tus hijos. Es un amor distinto, sin contrapartidas. –¿Les está dando una educación religiosa?–Intento darles la mejor educación que puedo y transmitirles mis creencias. Creo que como cualquier otro padre del mundo hace. –En cuanto a sus aficiones más personales, ¿qué música le gusta escuchar?–Sobre todo la música de mi época de más joven: los Beatles y los Rolling Stones, y también me gusta bastante el pop español. Entre los más nuevos, Miranda Warning, que son de Elche. También me gusta mucho el merengue y la música caribeña.–¿Y qué lee?–Ahora estoy en una época en la que casi me dedico en exclusiva a la novela histórica: me he leído casi todas las de Jesús Sánchez Adalid, que me parece un escritor estupendo. Construye unas historias apasionantes, con muy sólidas referencias históricas y geográficas. Procuro leer todas las noches un rato, antes de dormir, para desconectar.–¿Tiene una película favorita?–«Ben-Hur». He visto que ahora están rodando un «remake».–¿Es aficionado al arte?–Sí, pero soy más bien ecléctico. Me gusta lo que me gusta, aunque aprendí bastante durante mi etapa en el Ministerio de Cultura.–¿Qué cuadro es el que más le ha impactado?–Miren, a mí lo que más me ha impactado y me sigue impactando es el Museo del Prado. –¿Qué escritores han influido más en usted?–Me gustan muchos, pero el que más me ha influido es Ortega, es el gran pensador español.–En la amistad, ¿a qué da más importancia?–Que sea un amigo de verdad, es decir, que tengas la seguridad de que no te va a fallar en ninguna circunstancia. Los amigos los escoges tú y los cultivas tú, de alguna manera dicen mucho de cómo somos cada uno de nosotros. Yo mantengo amigos de hace muchísimos años y me siento muy orgulloso de ello. –¿Cuál ha sido la peor noticia de su vida?–La muerte de mi madre.–¿Y la mejor?–El nacimiento de mis hijos.–¿Hay algún sitio que todavía no conozca y que le gustaría visitar?–Muchísimos, para mi desgracia. La India y Egipto, por ejemplo, son dos de los países que espero tener la oportunidad de conocer algún día.–¿Cómo se relaja en vacaciones?–Pescando con mi hijo mayor. Me recuerda a cuando yo pescaba con mi padre. Procuro leer mucho y descansar y pasar grandes ratos de charla con mi familia y mis amigos.–¿Qué planes tiene para este año?–El mismo que para todos. Ir a Galicia, disfrutar de mi familia y estar allí con mi gente.

OPINIONES SOBRE PERSONAJESComo remate a esta entrevista tan personal, Mariano Rajoy acepta contestar un test sobre algunos personajes políticos relevantes de nuestra historia o en clave internacional. Ésta es su visión de ellos:–Pío Cabanillas Gallas, uno de los hombres fuertes de la UCD en Galicia.–Me ayudó como nadie. Era un gran conversador, que es muy distinto a ser charlatán. Era muy culto, ingenioso y lúcido. No soy objetivo al hablar de él, por lo tanto, se acabaron los calificativos.–Gerardo Fernández Albor, primer presidente de la Xunta de Galicia. –Un gran demócrata y una excelente persona. Hombre de enorme cultura y con una vida apasionante que casi nadie conoce por desgracia. Todo un señor. –José Luis Barreiro, hombre fuerte de la Presidencia de la Xunta por Fernández Albor.–Hoy tengo mejor opinión de él que la que tuve en un determinado momento de mi vida. Probablemente, todos nos equivocamos.–Manuel Fraga, presidente fundador del PP.–Con él entré en política. Él refundó la derecha española y es una pena que no llegara a ser, en su momento, presidente del Gobierno de España.–Antonio Hernández Mancha, ex presidente de AP. –Buen amigo y persona muy preparada. Tuvo mala suerte. En aquel momento era muy difícil que la derecha española ganara las elecciones. Es una pena que no esté en política.–Don Juan Carlos.–Fundamental para nuestro país. Ha sabido ganarse la confianza y el respeto de todos los españoles. El mejor embajador que tiene España.–Adolfo Suárez, ex presidente del Gobierno.–Un gran presidente al que tuve el gusto de conocer, aunque yo militaba en otro partido. Estará siempre y para bien en la historia de España.–Santiago Carrillo, ex líder del Partido Comunista.–En la transición se portó bien. Del resto, antes y después, prefiero no decir nada.–José María Aznar, ex presidente del Gobierno.–Le debo muchísimo. Un hombre muy trabajador, enormemente responsable. Nunca le he visto tomar una decisión importante por motivo distinto del interés general. Un excelente presidente.–Rodrigo Rato, ex vicepresidente económico.–Es un hombre de una gran capacidad, que se entregó a la vida política desde muy joven y que demostró que cuando las cosas se hacen bien en España, se puede mejorar el bienestar general.–Felipe González, ex presidente del Gobierno.–Yo no soy socialista, pero no es Zapatero.–José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del Gobierno.–No es González. Y más allá de la broma, tenemos una relación personal buena, pero su manera de gobernar no es buena para España.–George W. Bush, ex presidente de los Estados Unidos.–Estoy seguro de que la historia será más justa con él que el presente. –Barack Obama, presidente de los Estados Unidos.–Una esperanza para muchos que todavía no se ha concretado. Ojalá le salga bien.–Por último, una etapa histórica que sigue estando muy presente, la Guerra Civil española.–Por edad no la viví. Sólo tengo referencias. Pero es una etapa de la vida española que tenemos que recordar, sólo para que no se vuelva a repetir. La Transición fue el gran bálsamo de las heridas que dejó la guerra. Y eso, por el bien de España, no deberíamos olvidarlo nunca.