Asia

Pekín

El régimen comunista chino agrede a la comunidad islámica

La Razón
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La vulneración de los derechos humanos en China conoció un nuevo episodio el pasado domingo. Los enfrentamientos entre la población musulmana iugur y las fuerzas de seguridad chinas en la región occidental de Xinjiang dejaron un saldo de, al menos, 140 muertos y más de 800 heridos. Es la matanza más sangrienta desde Tiananmen, en 1989, cuando el Ejército mató a cientos de estudiantes. En el origen de este episodio está la hostilidad étnica, ya que fue fruto de una sentada que pedía una investigación por la muerte de dos iugures durante una pelea con chinos «han». El régimen comunista tiene una execrable tradición de reprimir a las minorías étnicas, intentando anularlas con el flujo constante de emigrantes chinos, lo que provoca los conflictos sociales y políticos a los que asistimos ahora. Pero en esta ocasión el conflicto contiene elementos explosivos. No se puede obviar que los iugur son musulmanes. Eso ha sido utilizado por Pekín para ejercer la represión en nombre de la «guerra contra el terrorismo», argumento que carece de base. Esa coartada se les puede volver en contra. El tiempo definirá las consecuencias de esta matanza. Cabe esperar que la comunidad internacional redoble sus esfuerzos para instar a China a que se comprometa a respetar los derechos humanos.