Arquitectura
En busca de las dos Varsovias
La original y policromada Plaza del Mercado nos sitúa en el corazón de la capital polaca. Los inclinados tejados de color rojo y los amplios ventanales de sus fachadas, junto a las terrazas, toldos y el desorden habitual de caballetes y pintores ambulantes, envuelven al visitante en una acogedora atmósfera que funciona como una cálida bienvenida.
En su centro se localiza el célebre monumento varsoviano de la Sirena y en sus alrededores se encuentran los mejores restaurantes y las calles más animadas. Y las tiendas donde se venden las postales típicas que comparan los edificios actuales con los originales y anteriores a la II Guerra Mundial. Porque Varsovia fue reducida a escombros y cenizas al final de la guerra para ser luego meticulosamente reconstruida por el propio pueblo varsoviano utilizando planos antiguos e incluso algunos cuadros donde se había retratado la ciudad.
Costó una larga decena de años, pero la nueva Varsovia fue exacta a la Varsovia vieja y en 1980 la Unesco reconoció «el milagro» declarando el conjunto Patrimonio de la Humanidad. Desde entonces se ha convertido en el punto de partida de cualquier excursión y las postales ejercen de memoria histórica y ayudan a comparar las dos Varsovias.
Al sur de la Plaza se pueden visitar los restos de las antiguas murallas que protegían la ciudad, pero si cogemos la calle Witojaska llegaremos a otra de las plazas más emblemáticas: la del Castillo, cuya fortaleza es una exquisita obra de reconstrucción. Aquí encontramos el otro símbolo de la ciudad: Segismundo III Vasa sobre una estilizada columna de piedra, sosteniendo una cruz y una espada. El monumento preside el espacio diáfano de la plaza y homenajea al rey que en 1596 trasladó la capital a Varsovia.
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