Literatura
Encadenados de amor
El amor es un buen tema para una novela. Como decía Knut Hansum, «los libros que no hablan de amor es que no saben de lo que hablan». Y el amor es el gran protagonista de Sant Jordi. Si no que se lo digan al italiano Federico Moccia, que aparte de hartarse a firmar, a la hora de comer organizó una pequeña «performance», colar más de 500 candados en un puente de la Nova Icaria. Sus lectores eligieron el lugar y con ellos inició la cadena, un gesto sacado de las páginas de su novela «Tengo ganas de ti» (Planeta).La jornada fue muy intensa en Barcelona. A las 10.00 de la mañana se reunían los escritores, como es tradicional, en el hotel Regina para la foto de familia. Había quien prefería escaquearse, como Andreu Martín. «Si es que después nunca te la mandan» se quejaba. Un año muy teatralA las once, empezaban las prisas. «Lo peor es que no puedes pasar y los empujones», se quejaba Carme Riera. Y es que a pesar de la crisis, la calle estaba tomada por la gente. «Vamos a ver, la única crisis que puede afectar a Sant Jordi es la lluvia», decía Marius Carol, que firmaba sus libros con una huella digital de su hijo Lluís. Las firmas siempre son muy particulares, cada uno tiene su sistema, y si no, lo copian. «Yo utilizo el de Terenci Moix. Si no había colas, pues les preguntaba por sus tías, por sus cosas y si había cola, pues iba más al grano. Él incluso les pedía el teléfono a los chicos guapos», bromeaba Riera.Pero el personaje que más furor causó ayer no ha escrito ningún libro y no tiene intención. Cocha Velasco participó en la foto de familia de la gente de teatro de Barcelona y el revuelo fue enorme. «Aquí lo celebráis todo, es increíble», aseguró encantada, mientras aseguraba que buscaría un libro de Jodorowsky para regalar. A ella le habían regalado Stefan Zweig.
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