Bilbao

ETA intenta matar a varios ertzainas con dos bombas trampa

ETA intenta matar a varios ertzainas con dos bombas trampa
ETA intenta matar a varios ertzainas con dos bombas trampalarazon

madrid-ETA intentó ayer asesinar a varios agentes de la Policía Autónoma vasca con dos bombas trampa, una de ellas cargada de metralla, que había colocado junto a un repetidor de televisión de la localidad guipuzcoana de Hernani. La banda recupera así el sistema de sedal para activar los artefactos, que fue utilizado ya en la década de los ochenta y costó la vida a varios miembros de las Fuerzas de Seguridad. Es la tercera ocasión desde la ruptura del alto el fuego, en junio de 2007, en que los terroristas intentan matar ertzainas mediante trampas explosivas. La primera se produjo junto a los juzgados de Guecho (Vizcaya), en noviembre de 2007; y la otra, en Bilbao, el 23 de febrero del año pasado. La Ertzaintza, como reveló uno de los últimos etarras detenidos, es un objetivo prioritario de ETA, que lleva meses tratando de asesinar a agentes de este cuerpo. La suerte y las medidas de seguridad han evitado hasta ahora que los pistoleros puedan consumar sus siniestras intenciones. Los hechos se iniciaron a la una de la madrugada del viernes, cuando ETA hizo estallar, sin previo aviso, una bomba en el repetidor de Santa Bárbara de Hernani. La detonación, de gran potencia, se escuchó en toda la zona, que se quedó sin señal de televisión. Alertada la Ertzaintza de lo que había ocurrido, los agentes, siguiendo los protocolos de seguridad que se han establecido, esperaron a que se hiciera de día y, ya con luz natural, observaron varios carteles en los que se podía leer «Kontuz, bomba ETA» («atención, bomba de ETA»). Entre la maleza Pero las intenciones de los etarras no eran las de avisar del peligro, sino las de «cazar» a los ertzainas que se acercaran al repetidor. Los autores del atentado habían dejado entre la maleza dos mochilas bomba para ser activadas mediante un sistema de tracción. Sendos cables, unidos a los detonadores, estaban escondidos entre las ramas y atados a árboles o piedras, de modo que, si algún agente tropezaba o los pisaba, los artefactos explotarían. ETA recupera un sistema que ya utilizó en la década de los ochenta cuando, tras lanzar granadas (Jotake o Mecar) contra acuartelamientos de las Fuerzas de Seguridad, dejaba colocadas este tipo de trampas. Varios agentes, entre ellos miembros del GAR de la Guardia Civil, resultaron muertos al ser alcanzados por las explosiones al tratar de localizar las lanzaderas desde las que habían salido los artefactos. Los especialistas Tedax de la Ertzaintza consiguieron desactivar la primera de las mochilas trampa, que estaba situada en el acceso al repetidor, a unos sesenta metros del mismo. Según fuentes de la Policía Autónoma, la bomba estaba compuesta por ocho kilos de amonitol y destinada a la primera patrulla que acudiera al lugar. Con posterioridad, los artificieros consiguieron neutralizar la segunda bomba trampa. El artefacto, que también se encontraba oculto en el interior de una mochila, estaba colocado en las inmediaciones del primero y formado por un recipiente metálico con diez kilos de amonitol y dos de metralla. Además de un dispositivo de activación similar, contaba con un segundo sistema, mediante temporizador, para tratar de «cazar» a los que hubieran acudido a la zona en auxilio de las primeras víctimas. Se trataba de un atentado en tres tiempos con la finalidad de causar el mayor número de bajas en la Ertzaintza. En el manual que utiliza ETA para la formación de nuevos pistoleros se dedica un capítulo a las bombas trampa y, entre ellas, a las que denomina «por tirón». «Cuando la persona-objetivo tira sin querer del cable, los contactos se unen y el circuito se cierra dejando pasar la corriente necesaria que activa el iniciador explosivo». «Este dispositivo puede emplearse colocado entre dos árboles y debe estar convenientemente disimulado», señala el manual.