Nueva York
Foto del día: La lección de vida de Nelson Mandela
Durante los 27 años que pasó en prisión, los soberbios gobernantes surafricanos que creían que se iban a perpetuar a costa del «apartheid» quisieron que sólo fuese el prisionero 466/64. Intentaban borrar su identidad y la trascendencia que tenía para todos aquellos que no entienden de colores y menos aún si es para sojuzgar al prójimo. Pero no lo lograron. Salió de la cárcel como entró: con la cabeza bien alta y con el nombre intacto. Fue y era Nelson Mandela. Y con esa sonrisa que sólo portan los líderes que saben que el triunfo personal se refuerza si va acompañado del logro colectivo. Así fue cuando se convirtió en el presidente de Suráfrica y de su complejidad étnica en 1994. Ya jubilado, menos de la vida, celebró ayer sus 91 años en Nueva York, donde muchos artistas –se anunciaba la presencia estelar de la primera dama de Francia, Carla Bruni, que regresaba a los escenarios de verdad donde se canta y no se da el cante como habitualmente pasa en la escena política–, le homenajearon y le colmaron de halagos. Normal. El tiempo ha ido convirtiendo a Mandela en el venerable anciano de esta tribu global al que se le escucha en silencio y con reverencia. A veces ni siquiera hace falta que hable. Su bonhomía y placidez son la mejor lección de vida. En la cárcel ni siquiera lograron inocularle el virus del odio o la venganza. Y eso sí que tiene mérito.
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