París
«Hola hola bonjour bonjour»
La cena de gala que Sus Majestades los Reyes ofrecieron al matrimonio Sarkozy en el Palacio Real era todavía ayer la comidilla de los periodistas acreditados que aguardaban a la Reina y a Carla Bruni en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Hablaron de lo estupendas que asistieron Carla Bruni, con un diseño de Dior largo de terciopelo azul marino sin mangas y un sexy escote en «v» en la espalda, y la Princesa de Asturias, que sacó del armario el mismo vestido gris perla firmado por Caprile que lució durante la recepción prenupcial del Pardo, la noche anterior a su enlace con Don Felipe. Lo combinó con la tiara prusiana que exhibió Doña Sofía al contraer matrimonio con Don Juan Carlos, y que cedió a Doña Letizia para dar el «sí, quiero» a su hijo, hace ya casi cinco años. Una vez hilvanados todos los detalles de la elegante indumentaria de ambas damas, el segundo detalle que no pasaron por alto fue el retraso de la esposa del presidente francés, que hizo esperar media hora a la Reina antes de acceder al museo que lleva su nombre. Bruni no se quiso perder la visita institucional del mandatario galo al Congreso de los Diputados. Aquí, los Sarkozy llegaron por separado: primero Nicolas, que provocó un desilusionante «¡ooohhhh!» pronunciado, en un primer momento, por los curiosos instalados en la Carrera de San Jerónimo, pero que, minutos después, tuvieron su recompensa con un: «Hola, hola, bonjour, bonjour» de boca de la ex modelo, que lucía una chaqueta negra y blanca de manga francesa de Chanel, un bolso acolchado de la misma «maison» y zapatos negros de medio tacon, de nuevo de Christian Louboutin. Ya en la pinacoteca de arte moderno, Carla Bruni dedicó cerca de treinta minutos a disfrutar de la exposición temporal de Julio González, uno de sus artistas preferidos. De ahí que fuera ella quien pidiera expresamente visitar la muestra del autor catalán afincado en París, considerado como el padre de la escultura en hierro y uno de los artistas fundamentales en el desarrollo de la vanguardia del siglo XX. Acompañadas por la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, Doña Sofía, con un elegante traje de chaqueta verde agua, y Bruni recorrieron la retrospectiva guiadas por el director del museo, Manuel Borja-Villel, que explicó a sus invitadas el significado de las espectaculares joyas del autor, así como las obras tituladas «La gran trompeta», «La jirafa» y «La gran maternidad», entre otras. Dos besos Una anécdota: los fotógrafos galos pidieron por favor a su dama que les dedicara una sonrisa; ella, sin dudarlo, se acercó a la pieza «Campesina Montserrat» mientras intercambiaba opiniones con Doña Sofía y miraba de reojo a los objetivos. Los mismos que retrataron la calurosa despedida, que sellaron con dos afectuosos besos. La esposa de Sarkozy fue la primera en abandonar el lugar para dirigirse veloz al Instituto Francés. Mientras, los servicios de seguridad le daban una noticia poco agradable: alguien había robado el ordenador personal del hermano de su ex pareja, Raphaël Enthoeven, con fotos íntimas suyas. Francia está que arde.
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