Barcelona
Hormonas: Los peligros de un uso incontrolado
Sin receta ni prescripción médica. La píldora del día después será accesible incluso para menores de 16 años, lo que alarma a la comunidad científica ya que no tiene datos de sus consecuencias al no encontrarse contempladas en los ensayos clínicos. En el resto de las mujeres, ya se ha probado que causa problemas cardiovasculares
Simplemente hormonas. Pequeñas células que secretadas por diferentes glándulas del organismo tienen la potestad de regular determinadas acciones del organismo. Quizás, las más guerreras y famosas, las femeninas –los estrógenos y la progesterona, principalmente–, responsables de más de un quebradero de cabeza, malestar y perturbaciones orgánicas. Sin embrago, la Ciencia ha encontrado métodos capaces de controlarlas, de inhibirlas, producirlas cuando hace falta, es decir, alterarlas con un fin determinado –por ejemplo, evitar el embarazo– pero siempre bajo un estricto control médico. Macarena Quesada Moreno, secretaria de la Sociedad y de la Fundación Española de Contracepción (SEC), así lo explica: «Medicamentos hormonales existen muchos, más que hormonas produce el cuerpo humano, pues casi todo los procesos bioquímicos, información entre distintos órganos y regulación de las funciones del cuerpo humano están controlados por hormonas y por tanto se investigan y producen fármacos con acciones similares a dichas hormonas».¿Qué pasa cuando no es así? Cuando sobre la administración de hormonas los médicos pierden su potestad, como ocurre con la píldora del día después, cuyas cifras de dispensación alcanzaron el medio millón el año pasado, según el Ministerio de Sanidad, los efectos se descontrolan. Para muchos es tan sólo una cuestión ética. En realidad, lo preocupante es qué ocurrirá cuando un fármaco «campa a sus anchas» como un producto más al alcance los pacientes. Un ejemplo práctico: los antibióticos. Estos medicamentos no deben tomarse fuera de prescripción médica, ya que se ha demostrado que un mal uso de los mismos provoca resistencias víricas.Más allá de este paradigma, en el caso de los medicamentos hormonales femeninos las precauciones deben ser aún más extremas. Así, una de las principales cuestiones que se plantean son los efectos a largo plazo del abuso de la píldora del día después si nadie controla su uso o abuso, ya que no existen estudios clínicos que prueben su seguridad y eficacia en menores de 16 años y fuera de las pautas de prescripción que se empleaban hasta ahora por parte de los médicos. «Las consecuencias a largo plazo no están bien documentadas. Se trata de sustancias progestativas de escasos efectos colaterales. Las repercusiones de su consumo abusivo se dan a nivel emocional y psicológico en mujeres adultas», manifiesta Lidia Montoya Videza, ginecóloga del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid y miembro de Grupo de estudio de Sexualidad de Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO). Por otra parte, desde la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen), la coordinadora Grupo de Farmacoterapia, Laura Aliaga, alerta de que «al igual que en la ingesta de otros medicamentos con efectos secundarios tan importantes y con tan pocos estudios en menores de 16 años, se pierde el control sobre las posibles reacciones adversas, se deja la responsabilidad únicamente en manos del paciente, y estamos hablando de que serán muchas las adolescentes menores de 16 años las que recurrirán a ese medicamento y que nadie se ocupará de informarles correctamente ni de aconsejarlas adecuadamente, posiblemente aquí esté el mayor riesgo».¿Qué se puede esperar?Los científicos no cesan en la puesta en marcha de continuos ensayos clínicos sobre los efectos de los fármacos hormonales en la mujer, ya que se emplean tanto en la anticoncepción, contracepción de urgencia o durante el climaterio. «Hay multitud de medicamentos en el mercado que regulan diferentes procesos hormonales. Si nos referimos a la contracepción hormonal, hay diferentes preparados que difieren en el tipo de sustancia hormonal que contienen (acción estrogénica y/o progestágena), cantidad de compuesto que contienen, pauta de administración (secuencial o continua) y vía de administración (oral, parches transdérmicos, implantes subcutáneos…)», explica Gonzalo Calvo Rojas, del Servicio de Farmacología Clínica del Hospital Clínic de Barcelona y vicepresidente de la Sociedad Española de Farmacología Clínica. Cada una de las posibilidades que la mujer tiene ante una necesidad hormonal precisa de una supervisión médica, dado que su historial clínico puede determinar o no el empleo de la misma. En el caso de los anticonceptivos, los especialistas barajan las distintas posibilidades (pastillas, parches, anillo...) según las necesidades reales de la paciente y conforme a una serie de criterios clínicos que tienen en cuenta su interacción con otras patologías de base de la solicitante. «Deben conocerse las contraindicaciones absolutas de los anticonceptivos, antes de iniciar su uso. Entre éstas figuran la tromboflebitis,hepatitis, cáncer de mama, sangrado vaginal anormal y ser fumadora de más de 35 años. Además, también las cefaleas, hipertensión arterial, miomas uterinos, diabetes, entre otras», apunta Montoya. Pese a ello, en muchas ocasiones este tipo de medicamentos cumple funciones terapéutica, como la reducción de síntomas relacionados con la menstruación como la menorragia (sangrado abundante) o la dismenorrea (dolor menstrual), el tratamiento del acné y la seborrea, o el alivio de la sintomatología asociada al síndrome premenstrual. Riesgos realesMás allá de los frecuentes efectos secundarios, que se dan en el 12 por ciento de las mujeres, con el uso de la píldora poscoital, como el sangrado no relacionado con la menstruación, el dolor en la zona inferior del abdomen, las náuseas y fatiga, los médicos se preguntan por los efectos que puede tener en las menores. ¿Cómo afecta a su desarrollo? Sin evidencias clínicas, ya que en las investigaciones nunca se contemplo la posibilidad de que esto se llevara a cabo, la incógnita está servida. José Zamarriego, presidente del Comité de Bioética de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia, asegura que los efectos adversos son mayores en niñas. «El fármaco desregula el ciclo, provoca retrasos y hemorragias, que son más intensos si se toma con asiduidad. Pero el peligro es mayor si se empieza a tomar entre los 11 y 13 años, cuando se inicia el ciclo menstrual».Las mujeres que usen la píldora postcoital más de una vez al mes tienen un mayor riesgo de sufrir accidentes cardiovasculares por las altas dosis de progesterona que contiene este anticonceptivo, según explica el jefe del Servicio de Obstetricia del Hospital Clínico de Santiago de Compostela, Manuel Macía, que recomienda usar este método solamente en caso de necesidad extrema y muy cada cierto tiempo. Macía advierte de que como cualquier otro anticonceptivo oral, «en caso de consumirse de forma habitual pueden influir en la coagulación, aumentando el riesgo de trombosis venosa profunda y embolismo pulmonar, derrame cerebral y el infarto de miocardio».Asimismo, Milagros Pedreira, presidenta del Grupo de Enfermedades Cardiovasculares en la Mujer de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), «la terapia hormonal y los anticonpectivos pueden tener un potencial efecto trombogénico por lo que debe utilizarse con conocimiento de este efecto en población sana. Los efectos secundarios son los comunes a los gestágenos, pero precisamente por esta posibilidad de aumentar la trombogenicidad deben conocerse aquella situaciones en las cuales este efecto puede potenciarse, concretamente con el tabaco». Por ello, Pedreira aconseja a La población femenina suprimir el tabaco cuando utilice los anticoncepitvos.En el caso de la contraconcepción de urgencia, Pedreira parte de la base de que su uso sea esporádico y bajo control médico, ya que asegura que «no tendrá las mismas connotaciones que los clásicos usados de forma crónica, pero tampoco hay estudios que definan con justa claridad el riesgo en este tipo de terapia aislada. Ahora bien, de forma reiterada en relación con las dosis que pueden llegar a utilizarse podrían llegar a aumentar potencialmente el riesgo de eventos cardiovasculares, sobre todo cuando se asocian a otros factores como el tabaquismo, el colesterol alto, la hipertension...».
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