Novela
Intestinos
«Devorado por una guerra intestina, afirmaba el viernes pasado un colega de tirada nacional, que ha minado el apoyo de sus valedores, Alberto Saiz, director del CNI, dimitió ayer...». A pesar de que el DRAE acepta la acepción de «interior» para «intestino», en español todo el mundo interpreta «guerra intestina» como la que se produce en nuestro interior y de consecuencias escatológicas. Es curiosa la proliferación que este adjetivo ha tenido en los últimos años en relación con las luchas que se producen en los partidos políticos cuando se acerca el momento de elaborar listas de candidatos para unas elecciones. Y, en este sentido, es decir, en el de los nervios que se de-satan entre todos los posibles aspirantes a los escasos puestos disponibles, sí podríamos decir que las luchas internas causan desagradables luchas intestinas. Se lo voy a explicar, si me lo permiten, con un chiste: «Un joven muy educado va a conocer a los padres de su novia en Madrid, en verano, con 40 grados a la sombra, que le han invitado a comer a su casa. La futura suegra le pone un platazo de judías blancas con chorizo y tocino. ¿Qué tal, hijo? Muy educado responde: me comería otro plato, pero... Inmediatamente se encuentra con el plato lleno de nuevo a rebosar. Al finalizar, el chico, acosado por los gases, sabe que va a desfallecer con ignominia. La novia le pide que den un paseo y él piensa que es mejor en la calle. De pronto, ve un camión enorme con remolque que se acerca por su izquierda y aprovecha su paso para soltar lastre. Cuando termina de pasar, le dice su novia: Cariño, te ha faltado camión». Quien nada espera nada teme. Aristóteles dixit.
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