Irlanda
Las «eurotribulaciones» de Zapatero
BRUSELAS- Tras las elecciones, en las que poco se habló del pasado de la UE y casi nada del futuro, a los líderes europeos no les queda más remedio que levantar la vista. En la mesa ya espera una certeza para digerir: «El futuro de las políticas de la UE –en sectores críticos como el medio ambiente, la regulación financiera, la inmigración y la energía– continuará gobernado por el mismo consenso de centro derecha que ha prevalecido desde 2004», como subraya esta semana en un artículo Hugo Brady, del Centro para la Reforma Europea (CER).
La afilada incógnita de la aprobación del Tratado de Lisboa es el primer interrogante que cuelga en el aire, más impredecible aún tras el voto de castigo que recibieron los gobiernos de Irlanda y Gran Bretaña. La entrada en vigor del nuevo texto, si lo aprueban los irlandeses en otoño, supondría «una oportunidad y un riesgo», según opina Natalia Alonso, subdirectora de la Oficina de Europa de Amnistía Internacional.
La Eurocámara, gran tribunal moral de la UE, como demostró sacando los colores a los países europeos con los vuelos de la CIA, se podría encoger «temeroso» ante los nuevos poderes que asumiría con el texto. «Sin embargo, creo que mantendrá su papel de garante de derechos», añade.
Será la conciencia de una Unión que, con un cuerpo robustecido en el exterior, «deberá enfrentarse a viejos conflictos sin resolver que impiden a los países salir de la pobreza», opina Cristina Gallach, portavoz del Alto Representante para la Política Exterior, Javier Solana. En éstos, y en otros, como el desarme y la no proliferación, la Unión volverá a demostrar que «el poder blando y la cooperación solucionan los problemas».
En su opinión, el cambio climático será el gran reto a corto plazo, que pasará por la cumbre de Copenhague de diciembre. Mirando dentro de casa, el portavoz para Europa de Greenpeace, Mark Breddy, pone en la bandeja de entrada la reforma de la Política Agraria Común (PAC) y la Política Pesquera Común, «en las que los eurodiputados tendrán un control significativo».
«En mi tierra (Extremadura), la reforma de la PAC afecta a 85.000 personas. ¿Cómo no les va a importar Europa?», se pregunta el eurodiputado socialista, Alejandro Cercas. Como defensor de los trabajadores, él ya tiene los brazos remangados porque «en la Europa social, la última década ha sido de gran pobreza social legislativa, con pocas normas y llenas de excepciones». Los trabajadores son las principales víctimas de la crisis, cuya salida marcará el siguiente curso. El eurodiputado popular, José Manuel García Margallo tiene claros los pasos prioritarios: «Limpiar los bancos de activos tóxicos, vigilar sus recapitalizaciones, y que el Banco Central Europeo amplíe los plazos de sus operaciones de la liquidez».
La recesión marcará los primeros plenos de la cámara, en la que también «han quedado temas sin cerrar, como la directiva de las 65 horas, el paquete de las telecomunicaciones o la reforma de las instituciones financieras», adelanta el portavoz del Parlamento Europeo, Jaume Duch.
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