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Llorente cachorro de león

Llorente cachorro de león
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Despacito y buena letra

Se esperaba mucho de Fernando Llorente en el partido de Copa y Piqué le apagó. Llorente era la referencia del Athletic y parecía que ni siquiera había saltado al campo. Yo creo que estaba lesionado, decía Luisito desde su rincón del sofá. Qué dices, si es el larguiruto que asoma detrás del fenómeno de central que tiene el Barça, apuntaba Jesusín mientras se apretaba otra Mahou. Llorente no fue el de otros partidos, es verdad, pero lo de Mestalla, más que demérito del riojano, es mérito de Piqué. Si a mí me ponen a Piqué delante yo claudico y saco una banderita blanca «mu» chica y hago el ridículo. De ahí a considerar que Llorente ha defraudado a los que creían que estaban ante un delantero de los que hacen época, sin embargo, va un trecho. Lo saben en el Athletic.Saben que sin su cabeza, y esta vez, literalmente, de nada serviría el esfuerzo de sus compañeros. Saben que nadie ordenaría el ataque rojiblanco. Saben que sin su presencia, el Athletic intermitente, ese que se apaga sin explicación, no hubiera brillado. Saben que no sólo crea ocasiones por su acierto, sino por lo que descoloca a las defensas contrarias y por la cantidad de faltas que se cometen a su alrededor. Saben que, encima, es generoso. Saben de sus asistencias, de su trabajo sordo, de su compromiso con el club y del orgullo con el que lleva los colores. Y luego disfruta con la selección. Y por encima de mezquindades, ha dado a la afición otro motivo para presumir de talento exportable. Pero si le faltaba algo para demostrar que el diamante se ha pulido, se ha quitado las mechas. Ole. Aúpa, «quicir».

María José NAVARRO

 

Eterna promesa capítulo mil

El estatus de promesa se puede conservar «per secula seculorum» con independencia de la edad. Todavía habrá incautos, por ejemplo, que esperarán la explosión de Guti cuando Florentino Pérez termine su tercer mandato y algo parecido ocurre con Fernando Llorente, un riojano talludito al que aún se mide con vara de juvenil. Sólo un año más joven que su tocayo Torres, que a su edad ganaba la Eurocopa para España, y mayor que estrellas consagradas en clubes de más exigencia que el Athletic como Agüero e Higuaín, se puede afirmar que el arroz se le pasó hace rato. La final de Copa era la hora de la confirmación, pero el muchacho se arrugó. Más que león pareció gallina, y dejó en manos del limitado Toquero las escasas posibilidades ofensivas de su equipo contra el Barça.Fernando Llorente es coetáneo de Álvaro Negredo, infinitamente más brillante con el modesto Almería. En las últimas dos temporadas, las únicas en las que ambos han coincidido en Primera, la comparativa de goles favorece claramente al ex madridista, quien sin embargo no se ha visto recompensado con el debut en la selección. Hay escudos que todavía pesan mucho. La política indigenista del Athletic, pese al discutible pedigrí de un chico que de vasco tiene lo mismo que yo de bosquimano, le permitirá eternizarse en la élite. Que le aproEveche y le sirva para pagarse psicólogos que le mitiguen el síndrome de Julen Guerrero. O también puede optar por la solución valiente: salir del cascarón euskaldún y abrirse camino con su fútbol en lugar de con cobardes firmas en manifiestos separatistas.

 

Lucas HAURIE