Majadahonda

Neira: dos veces héroe El profesor que se enfrentó a la violencia doméstica

Por primera vez, un libro relata el calvario del profesor Jesús Neira desde que hace seis meses fuera apaleado por mediar en una agresión. Pero no era la primera vez que lo hacía: tres años antes ya salvó a otra mujer de la paliza de su pareja. Ésta es su historia.

Neira: dos veces héroe. El profesor que se enfrentó a la violencia doméstica
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Jesús se sube por las paredes. No aguanta más esta UCI. Su cuerpo se va recuperando, su mente también, pero el tedioso escenario de su vida no cambia. Quizá ya ha tenido bastante, quizá es lo que todo el mundo quiere saber, Jesús se ha arrepentido de lo que hizo... Ahora ya sabe que la mujer a la que defendió no ha agradecido nada. El puzzle de la información ha ido ordenándose en su cabeza.–Javier, estoy tan harto de todo esto. Me encuentro tan dependiente, con este cuerpo que no me obedece...–Lo siento. Ya te recuperarás.–Ojalá tengas razón.–Jesús, todo el mundo quiere hacerte una pregunta, pero nadie se ha atrevido o ha podido hacerla hasta ahora... Por supuesto, no voy a contar lo que tú no quieres que cuente, lo que significa que sabes de sobra que a estos efectos yo no soy un periodista.–Tú dirás, Javier.–Con todo lo que has sufrido... supongo que al saber que además esa mujer ni siquiera te ha dado las gracias. Bueno, pues que...–¿Pues qué?–Pues que me imagino que no volverías a hacerlo.Jesús se queda pensando. Mira lejos, como intentando ver algo. Pasa un rato.–Bueno, es algo que habrás pensado ya varias veces, pero no hace falta que me contestes si no quieres.–Javier, yo me conozco a mí mismo y entonces sé que lo que hice está en mi forma de ver la vida, en mi forma de comportamiento, en mi manera de estar. Uno debe actuar conforme a su carácter, consecuentemente. Y en esto yo no he cambiado, sigo siendo el mismo, así que volvería a hacerlo. La violencia contra el débil es totalmente intolerable. Si la consentimos, estamos dejando de ser humanos. Así de simple. La respuesta que yo tuve está en nuestra naturaleza, o al menos en la mía.El escorpión y la ranaYo sé que Jesús sabe lo que dice. No habla por hablar. Su imperativo categórico es ése. El cuento del escorpión y la rana es válido en su caso. Volvería a hacerlo porque está en su naturaleza. Bella natura. Tiene un corazón especial y lo ha demostrado. Podría hablar por hablar, por engañarse a sí mismo, tal vez poseído por un acto estético, un papel, una retórica; pero en este caso, la pregunta se la hizo y se la contestó con algo que pasó tiempo atrás y que casi nadie sabía.Jesús lo había hecho antes. Como lo leen. Me lo han confirmado dos personas muy cercanas, aunque él no me lo ha contado, quizá por pudor. Ahora sí ejerzo de periodista, y espero que Jesús me disculpe por ello. Ésta, entonces, no es la primera vez que interviene poniéndose en riesgo para salvar a una mujer agredida. Así de simple.Dicen los que saben que el destino suele avisarnos al menos dos veces de lo que puede ocurrirnos, pero que no siempre solemos prestarle atención. Aquel suceso, totalmente olvidado, ahora cobra significado. Pero Jesús no lo comenta. En cierta forma había sido un aviso.Golpes contra la ventanillaOcurrió en el año 2005, cuando se anunciaba la primavera. En medio de un atasco, cada vez que paraba el coche, Jesús aprovechaba para ojear el periódico. Llegaba tarde a comer con su madre. Los coches estaban parados en la carretera de Húmera, y él exploraba las noticias del día. Cuando comenzaron a pitarle, Jesús levantó la mirada. La fila de vehículos seguía sin moverse. Al volver a enfocar su mirada sobre el editorial del periódico, volvieron a pitarle insistentemente. Miró por el retrovisor y observó cómo en el coche de atrás dos señoras le hacían unas señas con la mano que no entendía muy bien.Parecían alteradas. El clamor de los pitidos de varios coches le hizo bajar la ventanilla y preguntar a las señoras de atrás qué pasaba. Una de ellas le señaló el coche que estaba a su derecha. Jesús miró para ese lado. El conductor del coche vecino golpeaba brutalmente la cabeza de la mujer que le acompañaba contra la ventanilla. La señora lloraba y pedía auxilio atragantada, sangrando por la nariz. Las bocinas subían de tono, pero el agresor continuaba su fiesta particular de tortas y puñetazos. Ella estaba descompuesta, pálida y asustada como un perro apaleado. Su boca era una fuente de humillación que alimentaba el odio de aquel macho matón y cobarde. Le pedía perdón y recibía por ello más golpes.Se bajó del cocheJesús bajó inmediatamente del coche. Su corazón temblaba. Se acercó al otro vehículo y tocó en la ventanilla, pero el conductor seguía a lo suyo. Volvió a tocar hasta tres veces con los nudillos, con mucha fuerza.–¿Pero qué hace? Déjela...El tipo, al percatarse, cesó de golpearla sobresaltado y miró a Jesús contrariado.–¿Qué coño pasa?–Que la deje –le dijo Jesús con un gesto serio.El agresor bajó la ventanilla en actitud chulesca, mientras la mujer temblaba.–¿Qué coño quieres? –dijo escupiendo.–Que la dejes en paz.–Ése es mi problema.Jesús sintió repulsión por aquel hombre y fue al grano, consciente de que aquello tenía que parar.–¿Pero la quieres dejar en paz de una vez o qué quieres?El tipo bajó del coche. Era fornido, aunque de menor estatura que Jesús. Iba descamisado, con unas cadenas de oro sobre el pecho, echando un vaho maloliente de su amoratado paladar. Un verdadero macarra de feria, seguro de sí mismo y de su derecho de canear a su pareja hasta cansarse.–¿Qué has dicho? Repítemelo si tienes huevos.Jesús pensó que había elegido un mal día para dejar de fumar. Nunca se había peleado desde que era pequeño, le repugnaba la violencia y aquella situación se le escapaba de las manos. Entonces, la gente comenzó a salir de los coches, y a gritar contra aquel energúmeno, viendo que por fin alguien le hacía frente. La mujer lloraba aterrorizada dentro del coche. El atasco se movió y algunos coches volvieron a pitar.–¡Qué coño quie…!Mientras hablaba, el forzudo lanzó un derechazo a traición a Jesús que le rozó en el hombro con tal fuerza que al apartarse en un reflejo, el agresor cayó al suelo. En ese momento, la gente se abalanzó sobre él y lo redujo. Eran más de veinte personas. Algunas mujeres le clavaron los tacones en los testículos, mientras lo sujetaban y llamaban a la policía. La rabia y el miedo contenidos estallaron contra el macarra. La manada aplastaba al lobo. Jesús atendió a la mujer, la sacó del coche y le puso su abrigo sobre los hombros con delicadeza. La piel del abrigo se manchó de sangre como si el animal que la vestía estuviese vivo… Pasaron más de diez minutos y la policía no llegaba. Jesús recibió una llamada de su madre, que le esperaba hacía un buen rato inquieta. El sexto sentido. Pensó que lo que podía hacer ya lo había hecho y los testigos eran muchos, que aquel cobarde tenía bastante con la denuncia por malos tratos y su entrega a la Guardia Civil.Lo cierto es que Jesús ya sabía cómo se las gasta un macho violento cuando no dejan que pegue a su hembra. No dirá que no estaba avisado.¿Lo haremos los demás?Y si Jesús lo hizo, ¿por qué no lo hacemos los demás? Ahora las encuestas dicen que lo haríamos casi todos. Ojalá tengan razón, pero en el hotel de Majadahonda donde golpearon a Jesús aquel día no se movió nadie (...).Pero ¿dónde nació la rabia contra la injusticia en Jesús? ¿Dónde surgió la llama de su sentido de la rectitud? La rectitud y la ética parecen la herencia más clara que recibió Jesús de su padre, oficial de Marina. Las pocas veces que Jesús hablaba de él lo hacía en términos de admiración por su ejemplo. Ese espíritu no libró a su padre de sufrir ciertas injusticias que también tocaron a su madre y al propio Jesús, y aquello quedó fijado en su mente, dándole una impronta y constituyendo un carácter. La caballerosidad y el respeto con las mujeres fueron otras de las herencias de aquella formación. Cualquier mujer que conociera a Jesús quedaba sorprendida por su encanto y educación, dignas de otro tiempo. Jesús se levantaba siempre cuando aparecía cualquier mujer, les abría las puertas y les cedía los asientos en los autobuses. Era un perfecto caballero (...).Compasión por la mujerA pesar de todo lo que ha pasado, Jesús habla con compasión de Violeta Santander, la mujer a la que quiso ayudar. Da igual que ella no se haya disculpado, da igual que Violeta siga defendiendo a su hombre. Jesús demuestra la misma compasión que tuvo su hijo Alejandro, cuando sucedió todo y arropó con su brazo a la mujer, después de que golpearan a su padre.–Javier, esa chica es una pobre víctima. Una mujer que se deja pegar de aquella manera y luego encima defiende a esa persona, pues mira, es una víctima. No podemos pensar de otra forma.–Ella le defiende, dice que no había pelea, que tú no debiste intervenir...–Pues más víctima todavía. Ella sabrá, o quizá no, por qué hace eso.

«¿Soltarán al que hizo esto?»En contra de los pesimistas diagnósticos de los médicos, y a base de tesón, Neira va poco a poco saliendo adelante. Con uno de los pulmones gravemente afectado (el otro se recuperará) y casi sin fuerzas para ponerse de pie para hacer la rehabilitación, tiene clavadas dos preguntas en el alma: «¿Qué clase de gente puede hacer algo así?»; «¿Soltarán a la calle al que me hizo esto?». El destino judicial que aguarda al presunto agresor, Antonio Puerta, está aún por decidir.Durante este medio año, Jesús ha recibido miles de cartas, pero ninguna le dará tantas fuerzas como la que su esposa, Isabel Cepeda, ha escrito en su diario: «Querido Jesús: miras con nostalgia este trocito de acera, y te parece que los metros que te separan de ella son una distancia insalvable. Pero creo que el sol también va a salir para ti. Cuando te miro con la mirada perdida en esa acera, deseo con urgencia verte salir por la puerta del hospital, andando, con la vida robada a la muerte, con la sonrisa de quien se sabe con el raro regalo de una nueva oportunidad... La vida no ha sido amable contigo hasta ahora. Cuánto deseo que puedas pronto ir a por ella, disfrutarla a puñados. Los que te queremos ya estamos satisfechos y orgullosos. Mucho. Del hombre que dijo basta. Del hombre que siguió los dictados de su conciencia».

Javier ESTEBAN

Ficha- Título: «Diario de Jesús Neira. El hombre que dijo basta».- Autor: Javier Esteban.- Edita: Temas de Hoy.- Fecha de publicación: 10 de marzo.- Sinopsis: el escritor y periodista Javier Esteban recoge por primera vez el testimonio y los recuerdos de Jesús Neira, seis meses después de que que fuera brutalmente agredido por mediar en la violenta discusión de un hombre con su pareja. Su heroicidad se ha convertido en una increíble historia de supervivencia y esperanza.