Murcia
Nuestro mar
Hace un año señalé el implacable avance de especies destructivas que, a través de las golas abiertas para los yates, se abría camino devorando las especies autóctonas del Mar Menor: caballitos de mar, chirlas, langostinos y berberechos han sido ya casi arrasados. El Mar Menor agoniza como ecosistema, estaba claro. Resta hoy salvar su viabilidad como foco turístico que lleva décadas atrayendo un dinero muy necesario para la Región de Murcia. Ya hoy, infinidad de murcianos prefieren evitar sus playas, pero conseguí arrastrar a una buena amiga para inspeccionar las 4 ó 5 zonas más renombradas y ver su estado, cómo estaban cuidadas, etc. No nombraré las playas por temor a ejercer una mala publicidad, pero sirva de llamada de atención (de socorro más bien) mi breve artículo. Ocurre que, ya asumida la pérdida de vida en este Mar, ahora parece que nos empeñamos en llenarlo de putrefacción. Nada más meter un pie en el agua, pisé un repugnante salvaslip. Al pasear por las distintas playas, me tropezaba en las orillas con bolsas de plástico, de papas fritas, botellas de plástico, tapones. ¿Acaso no nos interesa preservar nuestro principal centro de atención para el turismo? Debiera ser de total prioridad cuidar impecablemente la limpieza de estas costas. Se sabe que una mole de plásticos y basura flota a la deriva en el Pacífico, forma una isla como Texas (¡el condado!). ¿Estamos acumulando acaso la nuestra propia? El Mar Menor es sagrado para Murcia. Hay que limpiarlo.
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