Teherán
«Olmert aceptó devolvernos el Golán»
ROMA- La época en que Siria formaba parte del «eje del mal», término utilizado por George W. Bush para definir a los países que apoyaban el terrorismo, es cosa del pasado. En los últimos meses, el presidente sirio, Bachar Al Asad, inició una estrategia diplomática que tiene como objetivo presentar a su país como una potencia regional y hacer que su régimen sea digno de la confianza de Occidente. La salida del presidente Bush de la Casa Blanca y la consiguiente llegada de Barack Obama aceleró el proceso, que puede sacar a Siria de su aislamiento y colocar al país como uno de los actores principales para conseguir la paz en Oriente Medio. Al Asad, que no permite la contestación ni la libertad de prensa en su país, dio una muestra de su voluntad aperturista hacia el exterior concediendo una extensa entrevista al diario italiano «La Repubblica». En un tono conciliador, el líder sirio define los «primeros pasos» de la política de Obama como «alentadores». «Desde la retirada de Irak, la voluntad de paz, el cierre de Guantánamo; él se revela como un hombre de palabra», dice. A Obama le augura la responsabilidad de restituir «la credibilidad de Estados Unidos», un «gigante militar» pero «inmensamente frágil» desde el punto de vista político. Dando muestras de la superación de la etapa anterior, el líder alauí afirma que «los intereses americanos y sirios coinciden en un 80 por ciento, y me dejo un margen del 20 por ciento por seguridad». En la entrevista, el hijo y sucesor de Hafez Al Asad analiza las difíciles relaciones entre su país e Israel, que a punto estuvieron de recomponerse a finales del año pasado gracias a la mediación de Turquía. La ofensiva hebrea en Gaza hizo fracasar las negociaciones, que ahora serán más difíciles de retomar debido al resultado de las últimas elecciones israelíes. Según cuenta Al Asad al diario italiano, «la deriva hacia la derecha» de Israel hace que ahora vea «más lejana» la posibilidad de alcanzar un acuerdo. Irán, la potencia regional más potente y temida en Washington por su antiamericanismo, dejaría de ser un problema «si se le propone un diálogo». El propio Al-Asad se ofrece como mediador y apuesta por llevar a Teherán un plan, reglas y mecanismos específicos. «Sólo el diálogo puede sanar las disputas. Irán es un país importante, guste o no. El camino a seguir es la colaboración: mire a Francia, que la ha afrontado con éxito, también con otros países de la región», explica. Para Hizbulá el líder sirio repite la misma receta: diálogo. Cuando se trata con la guerrilla chií libanesa hace falta «pragmatismo y realismo», apunta. «No importa que en Occidente se les vea como terroristas o como un Estado dentro del Estado: tiene un peso en la región». Aunque ya se ven aperturas: Gran Bretaña lanza señales a Hizbulá y las delegaciones que visitan a Hamas «lo hace abiertamente y no en secreto». Esta nueva actitud de Estados Unidos y Europa hacia la situación de Oriente Medio dio sus primeros frutos en Irak, sostiene Al Assad. «La retirada americana resolvió el nudo central de nuestra divergencia con Washington: la ocupación». Una vez que la Casa Blanca dejó clara su voluntad de retirar poco a poco sus tropas del país árabe, Siria colaborará «para estabilizar Irak». «Sin estabilidad», advierte el presidente sirio, el fin de la ocupación estadounidense no tendrá éxito. La entrevista tiene incluso un espacio para la autocrítica por parte del líder sirio. «El ritmo de las reformas se ralentizó mucho en Siria, es verdad, pero no se ha parado. Ahora que la presión exterior ha disminuido continuará». Al Asad asegura que «dará espacio» a la oposición en el Parlamento y liberará la prensa e internet. Estas medidas, que darían un toque aperturista al actual régimen dictatorial sirio, llegarán «a nuestro ritmo», advierte el presidente sirio.
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