Distribución
Pánico en el centro comercial
La moda de los atracos violentos desata la alarma entre los clientes
Grupos organizados de tres o cuatro atracadores, armados, con el mismo objetivo: los vehículos de transporte de dinero de una empresa de seguridad; en los dos casos la misma. Individuos de gatillo fácil que armaron un tiroteo en el centro comercial Islazul, en el distrito madrileño de Carabanchel, el más grande de la capital, y que lo intentaron al día siguiente en el Nassica, en Getafe. Se ignora si eran los mismos, aunque su técnica sí parece la misma. De los dos lugares salieron a escape, sin llevarse el botín. Suena a banda de delincuentes crecidos, matones, de poca experiencia.La eficacia de los atracadores fue escasa, con mucho destrozo y peligro para los clientes y los vigilantes encargados de la recogida de la recaudación. La gente pisaba casquillos mientras respiraba el humo pesado de la pólvora.Le arrebataron el revólverEn Nassica, los delincuentes trataron de reventar los cierres de la furgoneta de seguridad y se encontraron con un mosso de escuadra fuera de servicio que los puso en fuga enseñándoles la pistola. En Islazul, en el maremagno de sus 180 tiendas, uno de los vigilantes recibió varios impactos y al parecer le arrebataron el revólver de dotación. Todo tuvo lugar en medio de una gran confusión precedida de los gritos de la gente aterrorizada y los taponazos de la munición estallando en medio de la batalla. Era un número arriesgado, nuevo, con mucho peligro para la banda y poca garantía de cumplir el objetivo principal. La acción parecía una descubierta de desesperados que tratan de llevárselo a la fuerza, a base de una masculinidad trasnochada. Criminales de nuevo cuño que prueban palo en busca del premio gordo. Experimentos sin gaseosa con balas de verdad.Empezó con la semana. El lunes, a la caída de la tarde, en el centro comercial Islazul, tres individuos a bordo de potentes motocicletas llegaron procurando pasar de-sapercibidos. Hacían tiempo, mientras disimulaban mirando los escaparates. En realidad estaban aguardando la llegada del furgón de seguridad con la recaudación. Cuando apareció, los vigilantes se repartieron de forma estratégica: uno se quedó en el vehículo, otro vigilaba la entrada principal y el tercero recogía las sacas.Fue como una señal para los delincuentes, que abrieron fuego sobre el que llevaba el dinero, F. Serrano, de 44 años. El agente se resistió a que le quitaran la mercancía. Recibió tres impactos. Los clientes del centro huían desesperados. Había quien creía que se trataba de una bomba. Pero eran disparos. Como el que le alcanzó a una señora en el pie mientras hacía compras con su hijo y su marido.El hecho de que los dos intentos frustrados fueran contra agentes de Prosegur lleva a pensar que tal vez los delincuentes pertenecen a la empresa líder del sector, o que los eligieron porque llevan tiempo estudiándolos, o quizá, la casualidad de la coincidencia.
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