Nueva York
Pina Bausch la coreógrafa que reinventó a la mujer
La bailarina alemana, que revolucionó la danza, falleció ayer a los 68 años
La súbita desaparición de Pina Bausch, la gran dama de la coreografía, la revolucionaria de la danza contemporánea, la creadora que reinventó la imagen de la mujer en el escenario, constituye un impacto para el arte alemán, que pierde a una de sus figuras de posguerra más reconocidas internacionalmente. «Nadie se extrañaría si la cultura de Alemania se resumiera con las imágenes de Goethe y Bausch», afirmaba la versión digital del influyente semanario «Die Zeit».A sus 68 años, Bausch gozaba de un prestigio mundial forjado sobre las tablas durante cinco décadas. Ella, que vino al mundo en el hotel que regentaban sus padres en una pequeña ciudad renana, pronto descolló en las clases de ballet. En 1955, entró en la escuela de Danza de Essen, que abandonó cuatro años después convertida en una figura en ciernes rumbo a Nueva York.Triple facetaTras actuar en el Metropolitan Opera y completar su formación a la orden de los mejores coreógrafos, Bausch regresó a Alemania en 1962 para compaginar una triple faceta como bailarina, coreógrafa y formadora de nuevos talentos. Desde 1973 residía en Wuppertal, al oeste del país, que colocó en el mapa mundial de la cultura al radicar allí su compañía de danza. Pina convirtió esa ciudad fabril en un centro de referencia con sus más de 40 montajes, en los que danza, interpretación y música se daban la mano. A mediados de junio había estrenado el último, una coreografía sobre los conflictos generacionales. Bausch despertaba una admiración que la convirtió en la exportación cultural más prestigiosa de la Alemania del milagro económico. «Es una gran pérdida para la danza –explicaba ayer a LA RAZÓN el coreógrafo Víctor Ullate–. Fue una gran innovadora de la danza contemporánea, una mujer rompedora. Sus coreografía eran muy variables: tenían siempre esa nota de humor que se esperaba de ella, también esa agresividad y talento».De aspecto frágil y rostro magro y anguloso, Bausch era mujer de pocas palabras; se manifestaba a través del arte, que en su caso era puro movimiento y coordinación. En una de sus escasas entrevistas revelaría que le intrigaba qué movía a la gente: «El cuerpo en desplazamiento es la mejor manera de expresar lo que nos mueve a todos. No es arte ni es habilidad: es la vida». Su ausencia abre un hueco en la cultura alemana por sus numerosos proyectos en cartera, como una colaboración en la primera película 3D que rodará Wim Wenders. Era Bausch una figura polifacética, que ya había sondeado la plasticidad del cine con Fellini o Almodóvar, pero sobre todo una artista que huía de las convenciones.
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